Antonio L. Doadrio
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patógenos como los virus y otros microorganismos, le ha proporcionado renombre
mundial, y ha servido para generar vacunas para la erradicación de la viruela y las
bases para futuras vacunas contra Sida, Malaria y Leishmania. Investigador
seleccionado por las fundaciones más prestigiosas, como la Ramón Areces,
Marcelino Botín y Bill y Melinda Gates; ha sido también elegido como miembro en
organizaciones mundiales tan importantes como la European Science Foundation
(ESF). Estas cualidades, unidas a su carácter afable, su capacidad de trabajo, su
intuición del entorno y la capacidad de superación en los momentos más difíciles,
hacen que me sienta orgullosa por la decisión de esta Real Academia. Ciertamente
en su persona coinciden los mejores augurios para los cuatro retos anunciados.
Permítanme, como colofón, que cite un párrafo de don Santiago Ramón y
Cajal extraído de su libro titulado: Reglas y consejos sobre investigación científica.
“Se ha dicho que la Ciencia no tiene patria, y eso es exacto, mas como
contestaba Pasteur en ocasión solemne, los sabios sí que la tienen. El conquistador
de la Naturaleza no solamente pertenece a la Humanidad, sino a una nación que se
honra con sus triunfos y a una región que le considera como fruto selecto de su
terruño”. Me gustaría añadir que también pertenece a una Academia que lo considera
como un acervo de la excelencia que atesora como Institución.
Sr. Presidente, le deseo lo mejor en su mandato y sé por experiencia que
todos los Académicos estaremos a su lado.
Toca ahora despedirme y lo haré dando de nuevo las gracias
En primer lugar a su Majestad el Rey don Juan Carlos I cuyo Alto Patronazgo
tenemos en gran estima.
Al Ministro de Educación y al Secretario de Estado pues de ellos depende
nuestra institución.
Al Instituto de España y Reales Academias que a él pertenecen, de modo
muy especial por los intereses comunes a la Real Academia de Medicina y la Real
Academia de Ciencias.
A las Academias de Farmacia de las autonomías españolas, ha sido un
privilegio haber compartido intereses y objetivos comunes en la defensa de las
ciencias farmacéuticas. No podría olvidar a las Academias de Farmacia
Iberoamericanas, pues el ancho mar no existe cuando se han establecido tantos
lazos de afecto y buen entendimiento.
Al mundo de la Sanidad y sus instituciones, especialmente la Dirección
General de Farmacia y la Agencia Española del Medicamento, sin olvidar las