A. M. Pascual-‐Leone
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Pilar González
, un ejemplo vivo de la ilusión por la investigación, capaz de
practicarla hasta la jubilación con entusiasmo denodado y yendo más allá. En ese
proceso sufrió decisiones burocráticas que saldó por ese entusiasmo y gracias a la
comprensión de directivos investigadores. La pregunta, pido excusas si suena a
demagógica, que se me ocurre es ¿qué hubiera ocurrido si la decisión hubiera
dependido de un abogado del Estado?
Bartolomé Ribas
, nos ofrece una contribución que destila entusiasmo para
ir desgranando condiciones y características que adorna la profesión investigadora
y lo hace con tonos líricos y resonancias éticas. Nos habla de: “Conciencia
universal, actitud abierta, valor de la persona humana. Reconoce el papel de los
líderes como factor de atracción. Destaca la colaboración, la armonía, y la ayuda
mutua. Entre las condiciones para el ejercicio profesional, señala: la dedicación
exclusiva, la búsqueda de la verdad, la libertad como (factor) esencial y el trabajo
en equipo”.
Rosario Lagunas
, otro ejemplo de entusiasmo. Expresa el: “reconocimiento a
la vocación (había que contrapesarla a sueldos miserables y medios casi
inexistentes), el reconocimiento asimismo a los pioneros (que relaciona): Sols,
Morreale , Escobar, Losada, Rodríguez Villanueva así como una mención a David
Vázquez como importantes “atractores “de jóvenes a la investigación científica.
Personalmente atribuye un papel decisivo a lo que recibió en su juventud de
valiosos profesores y enseñanzas. Expresa su satisfacción por haber logrado
compatibilizar la vida profesional con la vida familiar (lo que ahora se llama
conciliación), satisfecha del resultado con los hijos”.
José Rodrigo
, la contribución del Dr. Rodrigo, un cajaliano o cajalista de
corazón, no ofrece sorpresas en lo que respecta a la vía por donde circulan sus
reflexiones y sus nostalgias del futuro.
Sacar alguna de éstas a la luz, me parece de una pertinencia y de gran
actualidad para contrarrestar el discurso político dominante en España sobre la
investigación y los investigadores.
“ Hoy podemos afirmar rotundamente que el estatus alcanzado por el
Instituto Cajal se debe al trabajo, al sacrificio, a la austeridad , a la dedicación y a la
fe ciega en el futuro de aquellos que navegaron en las aguas turbulentas pasadas y
llegaron a puerto para entregar el testigo a los científicos que forman hoy esta
institución. En la actualidad nuestro Centro ha superado las previsiones realizadas
en 1985 cuando se planificó construir el nuevo Instituto Cajal en la calle de Doctor
Arce”. Termino aquí la cita, aunque daría para mucho más el texto de este
neurocientífico, para añadir una apostilla personal: esa decisión de planificar un
nuevo edificio surgió de un profundo y novedoso, para la época y las costumbres