A. M. Pascual-‐Leone
326
ejercicio de la investigación: mente analítica y crítica, buena memoria, imaginación
creativa, ilusión por el descubrimiento, y sentir la necesidad de situarlo en el
contexto en que se mueve, además de tesón.. Como reconoce que es muy difícil
reunir todas esas cualidades en una sola persona, recuerda que para eso están los
equipos.. Pero además señala que todo lo anterior con ser mucho, no es suficiente
porque se necesita el apoyo de quienes te rodean, empezando por la familia y los
compañeros, así como la recompensa de la consideración social, incluyendo el
soporte económico de empresas e instituciones, sin el que la Ciencia y la
Tecnología no serían posibles.
Su relato es la vez optimista y pesimista. El título “Hubo un tiempo para la
esperanza, pero la casa estaba construida sobre arena” y el del primer apartado:
“Orfandad socio-‐económica e institucional de la Ciencia y la Tecnología en nuestro
país. Un clima adverso para la ciencia” hablan por sí mismos.
Termina diciendo. “Pero como no estoy haciendo oposición, ni el caldo
gordo a nadie, no quiero seguir teniendo razón por más tiempo. Mi único deseo
firme y ferviente es que cese la tormenta y que nuestro país se construya de una
vez por todas como la casa de la parábola evangélica sobre peña… para que no se
derrumbe nunca más, con el primer vendaval que la azote”. Para eso hace
propuestas como que la formación humanística incorpore estudios sobre historia
de la ciencia a lo largo de las enseñanzas y que el inglés atraviese todos los niveles
educativos.
Llegamos al tuno de los dos representantes de la siguiente generación que
ha incorporado Ana María Pascual-‐Leone al libro. Son:
Consuelo Guerri y Luis
Miguel García Segura
.
Sus historias demuestran que en este ámbito de la actividad humana, como
en tantos otros, se viven situaciones y se recorren espacios de forma cíclica. Están
presentes las invocaciones a la vocación, a la ilusión, a la dedicación, a la pareja ( el
caso de Consuelo con Vicente Rubio), a la necesidad de militar para transmitir a
los políticos y a los ciudadanos que el gasto en ciencia es inversión necesaria, que
la ciencia es sinónimo de cultura.
Luis Miguel trae a colación el mito de Sísifo y lo desarrolla con detalle y
acierto para buscar las analogías con la fluctuación de la investigación en España.
Personalmente, me alegra la convergencia evolutiva intelectual pues hace una
década yo recurrí a ese mito para referirme al mismo tema (entre otros artículos,
acabo de comprobar precisamente mientras trabajaba en esta presentación que
esta presente en uno titulado: “Política científica y tecnológica en España :Un siglo
de intenciones”, publicado en la revista
on line Ciencia al Día Internacional
, vol. IV,