Retroceso en el tiempo: la investigación biomédica en España…
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especial para quienes laboran en el campo de la producción del conocimiento.
Parece que en España las excepcionalidades son para otros y no digo más para no
caer en la demagogia.
Precisamente en el número de diciembre de 201, de la revista
de la SEBBM, hay una entrevista al Premio Nobel de Química 2009, Venkatraman
Ramakrishnan, donde declara, tratando el tema de los recortes , que hay que
mantener una financiación estable, una vez decidido el nivel que un país quiere
dedicar a financiar la ciencia. Lo que todo científico necesita es estabilidad. Los
investigadores sacrifican a menudo salarios mejores a cambio de su vocación. Y todo
lo que reclaman es estabilidad
.
No creo que nadie que lea este libro con espíritu abierto, describa ninguna
de las carreras descritas como la de un funcionario en el sentido del noble ejercicio
de la burocracia. Estimo que se ajustan más al concepto de “empresarios públicos”
y/o “emprendedores científicos”.
Respecto a la excelencia, concepto con el que estoy esencialmente de
acuerdo y que he intentado perseguir en mi vida, probablemente con poco éxito,
además de haber escrito sobre él y haber dictado alguna conferencia sobre el tema,
quiero matizar algo. Entiendo que es un concepto relativo y, por lo tanto hay que
contextualizar y relativizar. La excelencia aplica lo mismo para quien compite por
ganar un maratón que para quien lo hace para terminar el primer maratón de su
vida: los dos pueden ser excelentes.
No es lo mismo buscar la excelencia en I+D+i (I) con una inversión por
investigador y mes de 10 dólares, que de 100 dólares, de 1000 dólares o de 10000
dólares. A tenor de lo que hemos podido extraer de este libro, se puede uno
preguntar razonablemente si la mayor parte de las ejecutorias aquí descritas no
han alcanzado la excelencia para un país, para un entorno concreto y para un
sistema de ciencia y tecnología determinado. Me atrevo a decir que sí y que esto
mismo ocurre y puede ocurrir en otros contextos. Por lo tanto, aún teniendo
mucho valor los datos cuantitativos y los análisis bibliométricos, no hay que
sacralizar las métricas, sino que hay que relativizar, hay que buscar índices, hay
que recurrir a las fracciones y por lo tanto a colocar un numerador frente a un
denominador. Con el mismo atrevimiento, no me duelen prendas para declarar que
Ángel Santos Ruiz, Alberto Sols, David Vázquez y Eladio Viñuela han sido
excelentes con mayúsculas, independientemente de la posición que alcanzaran en
un ranking simplemente cuantitativo; los cito porque, desgraciadamente, ya nos
han dejado, pero lo mismo podría hacer con otros todavía vivos afortunadamente.
Por último, ahora que estamos en período de crisis y estrategias, propongo
que se financie un proyecto interdisciplinar que, de modo innovador, afronte el
estudio de la situación de la investigación biomédica en España y lo que ha