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          provocar que seamos menos”autónomos” para el contro de nuestra ingesta energética. Se han
        
        
          perdido además en general habilidades culinarias y las comidas familiares tienden a
        
        
          concentrarse en el fin de semana, mientras que los días laborales cada miembro de la unidad
        
        
          familiar realiza el almuerzo con frecuencia en el lugar de estudio, trabajo o en un
        
        
          establecimiento de restauración-hostelería. Se dedica, además, poco tiempo a la comida
        
        
          principal. En definitiva, tendencias sociales que llevan a nuevas formas de comer, tanto en el
        
        
          hogar como fuera del mismo,  pero también de comportamiento en general en nuestros
        
        
          estilos de vida, que exigen no sólo un esfuerzo colectivo de recuperación y/o mantenimiento
        
        
          de nuestros hábitos alimentarios y estilos de vida, sino también de reforzar la responsabilidad
        
        
          a nivel individual, de “autonomía”, que nos permita hacer una correcta elección de nuestro
        
        
          patrón de alimentación y estilo de vida global, en definitiva, de nuestra calidad de vida,
        
        
          fomentando la educación e  información a todos los niveles, y priorizando los aspectos de
        
        
          prevención sobre los de tratamiento, sin menoscabo de estos últimos. Y es que conseguir el
        
        
          balance energético lo es siempre más sencillo desde el ámbito de la prevención, y mucho
        
        
          menos desde el tratamiento, tal como se ponde manifiesto a lo largo de la conferencia.
        
        
          Todo lo anterior en nuestro país en un entorno actual de crisis económica, de cierto
        
        
          desencanto individual y colectivo, que implica además que las conductas de los
        
        
          consumidores también se han visto afectadas.  La actual coyuntura económica, por un lado,
        
        
          favorece el peso del criterio económico (con impacto en la cantidad y tipo de energía
        
        
          consumida a partir de alimentos) en las elecciones individuales de los consumidores y su
        
        
          repercusión en los modelos poblacionales; por otro lado, se dificultan las estrategias de
        
        
          implantación e investigación para una buena promoción de la salud que permita mantener el
        
        
          BE.
        
        
          Estas estrategias deben contemplar un amplio abanico de medidas y propuestas,
        
        
          encaminadas a una más correcta elección de la alimentación
        
        
          
            ,
          
        
        
          así como la práctica regular de
        
        
          actividad física;
        
        
          potenciar la creación de entornos proactivos tanto desde la familia como
        
        
          desde el
        
        
          ámbito escolar y comunitario, que favorezcan la adopción de hábitos de
        
        
          alimentación y actividad
        
        
          física correctos o adecuados, mediante programas consensuados y
        
        
          evaluables basados en
        
        
          la mejor evidencia disponible y en estudios locales, poniendo un
        
        
          especial acento en
        
        
          la recuperación y conservación de nuestro Patrimonio Inmaterial de la