SESIÓN NECROLÓGICA
541
Precisamente fue en la Industria farmacéutica a la que Guillermo dedicó lo
mejor de su profesionalidad, al organizar y dirigir un laboratorio farmacéutico, que
implica: 1.
Una extensa formación, para atender a cuestiones, tan diversas como
patentes, costos, situación del mercado, eficiencia y gestión de la
producción, las muchas y variadas relaciones con las Compañías de Seguros,
con los proveedores, con la Administración especialmente la sanitaria
(recordemos las 17 autonomías). Además, estar al tanto de la evolución
epidemiológica de las enfermedades, de la que depende la demanda de los
medicamentos, y a los resultados de ensayos, vigilar las reacciones
adversas, seguir las tendencias terapéuticas, y un largo etc.
2.
Sentido de responsabilidad que se multiplica, cuando el trabajo industrial
incide en numerosas personas y familias.
3.
En consecuencia, requiere una intensa dedicación. Guillermo no es que
aprovechara el tiempo, es que lo “estrujaba”, era trapero del mismo como se
autocalificaba Marañón, lo que le permitía atender a su familia, árbol de
cuya savia se nutre la sociedad, y dedicarse a otras muchas actividades, y
especialmente la del toxicólogo español en ambientes científicos
internacionales.
4.
El dirigir una Industria farmacéutica exige ser “fortiter in res” y al mismo
tiempo flexible, para adaptarse a los cambios, que deben otearse
permanentemente, para evitar fallos que podrían conducir a una quiebra en
el desarrollo del Laboratorio. Basta un simple rumor para convertir un
fármaco exitoso en un fracaso empresarial.
Guillermo sazonaba todo eso con su alegría, su simpatía y su generosidad.
Hace muchos años en este salón desarrollamos unas sesiones sobre “Iatrogenia”;
en uno de los coloquios el Dr. Tena quiso saber mi opinión sobre la “tarjeta
amarilla”, quedando claro que lo único que yo sabía de ella era su color, pero lo
importante fue el modo como Tena cubrió elegantemente mi ignorancia.
En 1950 Guillermo fundó y dirigió la fábrica de productos farmacéuticos
Morrith, una empresa familiar en la que trabajaron desde sus inicios expertos
farmacéuticos y químicos entre ellos sus jóvenes hijos. La característica de ser
familiar presupone que se trata de pequeñas o medianas industrias, pero sobre
todo le confiere un entrañable significado de cohesión, basado en el afecto entre
sus componentes, dando seguridad a la sociedad.
Los laboratorios Morrith se instalaron en la calle Severo Ochoa, del
madrileño barrio de Tres Cantos en el que se ubicaron numerosas industrias
“limpias”. Morrith elaboró específicos relevantes en numerosos campos
terapéuticos, como los antibióticos Clamoxyl, Augmentine, Ciprofloxacino,
Carbamicetina y los específicos Espironolactona, Eskocele, Aciclovir, el anti-‐