SESIÓN NECROLÓGICA
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Guillermo Tena Núñez, mi padre
Mª Teresa Tena Quintero
Excelentísima Sra. Presidenta. Excelentísimas Sras. y Sres. Académicos. Sras.
y Sres., amigos todos.
Mis primeras palabras son de profundo agradecimiento por las excelentes
semblanzas, contribuciones y palabras, que acabamos de oír respecto a mi padre.
También de agradecimiento, tanto para esta Institución que es la Real Academia
Nacional de Farmacia, para su Presidenta: María Teresa Miras Portugal, para su
Junta de Gobierno, como para todos los Académicos que conocieron a mi padre y
fueron sus amigos, y en especial para los que acabamos de oír más cercanos a él,
cuyas palabras me han impactado muy hondo, como hija que soy del homenajeado.
Había oído las palabras de mi padre en relación a esta Real Academia, con
simpatía y admiración, pues tenía para esta Academia una gran veneración y un
mayor aprecio a sus compañeros, pues la consideraba como un lugar de
intercambio de opiniones varias y diversas, que se expresaban con respeto y
educación, haciendo manifiesto aquel dicho que el perfume es a las flores lo que la
educación a las personas.
La que les habla me congratulo de estar entre ustedes y entre estos muros
que le vieron desenvolver y oyeron los trabajos e inquietudes de mi padre; y a su
vez poderles hablar transmitiéndoles su pensar y sentimientos, como acabamos de
oír en las excelentes semblanzas anteriores a mis palabras. Como hemos oído fue
asiduo a las sesiones, participando en ellas con los temas de toxicología que tanto
le atrajeron en su apasionada vocación farmacéutica e industrial, y también en su
ocio sobre la pintura y en el ámbito de la contaminación toxicológica por plomo de
nuestro pintor Francisco de Goya, como le oímos en su día muchos de los que aquí
estamos. Como las ciencias y las artes se aprenden, como la música, la pintura, la
técnica, la informática, también la educación, la fuerza de voluntad y el esfuerzo se
aprenden, mi padre aprendió de los suyos y por su componente genética la
abnegación, la honradez, de verdad, libertad y responsabilidad en el trabajo. Era
capaz de compartir con sus amigos y con los demás lo que tenía; y a nosotros, su
familia nos transmitía su felicidad y alegría por su formación y vida cristiana. En
ese sentido conocimos varios de sus amigos que conocimos en sus relaciones
amistosas, sociales y profesionales durante las vacaciones.
Su intensa vocación profesional, social y humana la demostró en el caso del
Síndrome del aceite tóxico español, acaecido en nuestro país en el año 1981. Puedo