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nueva planta como en la rehabilitación de estructuras preexistentes. Y para luchar

                  contra los aliados de las distopías….

                  Una vez que se ha repasado en epígrafes anteriores la fundamentación conceptual
                  de esta pareja de cualidades, y sintetizados determinados casos donde su
                  ensamblaje resultó paradigmático (alcanzando todos ellos el reconocimiento como

                  Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), puede finalmente destilarse un
                  conjunto de positivas consecuencias que trajo consigo dicha combinación.


                  En forma de primera aproximación, cabe anotar que los campus gestados desde
                  una “utopía en acción” han devenido tradicionalmente la cristalización de

                  escenarios educativos dotados de una extraordinaria calidad urbanístico-
                  arquitectónica, resultando una armonía compositiva de nítida proyección. Dichos
                  escenarios se han ido depositando en el espacio y el tiempo, con independencia de
                  la etapa cronológica o el lenguaje estilístico  utilizado en su ideación:  la Ciudad
                  Universitaria venezolana surgió bien entrado el siglo XX., como también sucedería
                  con la mexicana UNAM; el proyecto virginiano arrancó su andadura a inicios del
                  siglo anterior; más atrás en el tiempo, el origen de la Universidad de Coimbra se
                  situó en  el siglo XIII, continuándose  a lo  largo de las centurias siguientes;
                  finalmente, la española institución de Alcalá se desarrolló prioritariamente
                  durante el Renacimiento, aunque su primera fundación data del siglo XIII.


                  Como segunda lectura, el ensalzado ensamblaje del que resulta la utopía
                  planificada, resuelto en clave de imagen cualificada, se ha proyectado tanto dentro
                  como fuera de los límites recintuales. Tal sesgo figurativo ha sido de gran utilidad a
                  la hora de encarnar el poder que la Arquitectura posee, tanto en la tarea de
                  expresar los valores institucionales, como en el refuerzo  del sentimiento de

                  pertenencia en los miembros de la comunidad universitaria.

                  Bajo otra aproximación, esta específicamente artística, los cinco ejemplos
                  expuestos evidencian que se han erigido desde su génesis en paradigmas vigentes
                  de excelencia urbanístico-arquitectónica. Dicha dimensión artística se nutre y
                  justifica a partir de la presencia de extraordinarios repertorios que fueron

                  vanguardistas en su contexto cronológico: la tendencia inherente al revisionismo
                  del Movimiento Moderno observable en el ejemplo mexicano, asimismo
                  compatible con el rescate de la  tradición autóctona;  el diálogo existente  entre
                  modernidad y valores de la Arquitectura autóctona en Caracas, a los que se añade
                  la participación estratégica de las Artes visuales; la huella de revival palladiano que
                  dejó Jefferson en Virginia; la Arquitectura y  el urbanismo de raíces locales en
                  Coimbra, compaginando memoria y proyección; o el depurado estilo renacentista
                  de los colegios alcalaínos, cuya vigencia hoy obsequia a la villa de una gran valía

                  patrimonial.


                  58| Pablo Campos Calvo-Sotelo, Rui Lobo, Rogelio Sevilla
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