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3.4.-Coímbra: entre utopía y realismo
La primera Universidad portuguesa, fundada en 1290, fue una institución original
en el cuadro europeo de su tiempo, en tanto que cambió de ciudad por diversas
veces en los primeros siglos de su historia. Inicialmente ubicada en Lisboa, luego se
trasladaría a Coímbra (1308), para retornar a Lisboa (1338) y de nuevo a Coímbra
(1354), pasando otra vez a Lisboa (1377); hasta que Juan III la fijó definitivamente
en la ciudad del Mondego en 1537.
Esta era la esencia original de cualquier universidad medieval: un cuerpo de
maestros y de estudiantes con movilidad, más que un conjunto de edificios y de
clases. Pero, curiosamente, la universidad portuguesa fue de las primeras en
Europa (si no la primera) a dotarse de edificios construidos de propósito para su
función. El Rey D. Dinis mandó edificar unas casas para el funcionamiento de la
universidad en el barrio de Pedreira (el actual Chiado) fuera de las murallas de
Lisboa, siguiendo así las recomendaciones de su abuelo Alfonso X el Sabio, al
ubicar el estudio “apartado” de la ciudad. En Coímbra, ordenó la construcción de
un pequeño palacio universitario, organizado alrededor de un pequeño patio con
columnas, del que desgraciadamente se sabe muy poco, tan sólo que se situaba
junto al palacio real. Ordenó también la delimitación de un “barrio” escolar en la
ciudad alta,
Después de un período de una cierta oscuridad de la universidad en la capital, Juan
III procuró refundarla en 1537, en una fusión entre utopía y realismo. Utopía: pues
pensó refundarla ex-novo en una ciudad más tranquila, Coímbra, rodeada de una
amplia red de nuevos colegios, al modo de Alcalá. Realismo: pues se sirvió de los
poderosos recursos del monasterio de Santa Cruz para concretar su proyecto. Así,
permitió que el prior Brás de Braga abriese una nueva calle universitaria para los
colegios en la ciudad baja, la Rua de Santa Sophia, de 200 brazas de largo y 6 brazas
de ancho. Un verdadero recinto universitario lineal, implantado a partir del edificio
monasterial, donde tal vez se pudiesen ubicar los estudios. Pero luego decidió
crear un nuevo barrio universitario en la ciudad alta, dejando un solar central para
el nuevo edificio de la Universidad. La solución final, salomónica, fue ubicar las
facultades principales arriba, en el palacio real, y la facultad de artes abajo, junto a
Santa Cruz. Pero este entendimiento fue quebrado por los jesuitas, que luego
pasaron el Colegio das Artes a la ciudad alta en 1565. Así, y desde esa fecha, toda la
Universidad se desarrolló en la ciudad alta, alrededor del “recinto-acrópolis” del
antiguo palacio real y cerca del nuevo y grandioso colegio de los jesuitas.
El período barroco asistió a la ampliación de aquel “recinto-acrópolis” con la
reconstrucción de la torre del reloj –hoy símbolo de la universidad y de la ciudad–
y con la incorporación de la magnífica e icónica biblioteca. Por su parte, el Marqués
54| Pablo Campos Calvo-Sotelo, Rui Lobo, Rogelio Sevilla