An. R. Acad. Farm. vol 79 nº 2 2013 - page 105

G. Martínez et col.
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2-­‐3 días de tratamiento antimalárico (9, 10). Sin embargo, se ha visto que a pesar
de la eficacia en la terapia antimalárica, algunos individuos que sobreviven a la MC
mantienen graves secuelas neurológicas a largo plazo (11-­‐13). Dichas secuelas
pueden llegar a ser fatales pocos meses después de haber superado la enfermedad
(14, 15). La variabilidad individual en los síntomas que cursan los pacientes con
malaria cerebral refleja que, a pesar de utilizar criterios médicos estandarizados
para su diagnóstico, es un síndrome clínico heterogéneo (16). La irritabilidad,
inquietud o comportamiento psicótico pueden ser los primeros signos de
compromiso cerebral (17). Posteriormente pueden observarse convulsiones,
incremento del tono muscular, hiperreflexia, clonus, rigidez, postura extensora,
reflejos de extensión plantar, movimientos oculares y cambios en la pupila, mirada
divergente, pérdida de la conciencia y coma (7, 8, 18, 19). Por último, la aparición
de acidosis metabólica causada por una insuficiencia renal aguda, por acidosis
láctica o por ambas; así como hipoglucemia, anemia, ictericia, acidosis respiratoria
y edema pulmonar (8, 9, 13, 18, 20) son también rasgos colaterales que se asocian
a esta afección grave de malaria.
De todas las poblaciones con riesgo a sufrir MC los daños cognitivos a largo
plazo son más habituales en niños del África subsahariana (11, 21), y entre ellos se
incluyen déficits en las áreas de la memoria, atención y desórdenes del lenguaje,
problemas de comportamiento, daños en la visión, audición y tacto, pero también
epilepsia y disfunciones motoras, como ataxia y parálisis (11, 13, 15, 18, 21),
siendo más graves en aquellos casos que han sufrido un coma profundo (11). Los
daños neurológicos pueden manifestarse durante la fase de recuperación, o bien
pueden desarrollarse más tarde (15). Muchas veces las secuelas menos graves se
hacen más aparentes según el niño avanza en edad y, de hecho, el daño cognitivo
parece agravarse en el tiempo (14, 15).
El tratamiento actual para la malaria severa y cerebral consiste en la
administración inmediata, y a dosis elevadas, de antimaláricos por vía parenteral
con el objetivo de disminuir rápidamente la parasitemia, evitando así la muerte del
paciente. Los fármacos aprobados y actualmente disponibles para dicho
tratamiento son los alcaloides de quinina (quinina y quinidina) y los derivados de
la artemisina (artesunato, artemeter, artemotil) (22). No obstante, dentro de las
recomendaciones terapéuticas establecidas por la WHO se dejan en un segundo
plano la prevención de las secuelas o el recrudecimiento de la enfermedad,
posiblemente debido al desconocimiento que aun existe sobre las causas del daño
cognitivo a largo plazo y la falta de información o de estudios clínicos en relación a
terapias que minimicen dicho daño (23, 24).
El estudio del progreso de la infección en humanos está fundamentalmente
limitado a muestras post mórtem las cuales son de difícil adquisición. Esta
1...,95,96,97,98,99,100,101,102,103,104 106,107,108,109,110,111,112,113,114,115,...212
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