La Peste y los Remedios farmacológicos
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que sucederá en el caso de la composición de la triaca, se fundamenta en sus
mágicas cualidades, presuntamente útiles contra el veneno o para evitar la corrupción
de los humores.
Los simples animales también ofrecen un incremento del 31,5% en los
componentes de las recetas curativas frente a las preventivas, en este caso debido a
la irrupción de la llamada botica de inmundicias en el arsenal terapéutico.
Solamente los simples minerales presentan una disminución del 25%, lo que
deja muy claro que sus mágicas interacciones con los astros se consideraban más
eficaces cara a la prevención que a la curación.
Nos encontramos, en definitiva, con las mismas pautas que ante cualquier
enfermedad: remedios muy polifármacos, en donde la mayoría de los simples son
vegetales, aunque también se añaden algunos minerales o animales. Entre ellos
varios muy reputados, como el Mitridato o la Triaca, si bien esta última suele
considerarse un buen preventivo, pero no curativo por su gran calidez. El gran
abanico de remedios nos habla de lo inespecífico de todos ellos y nos puede dar una
pista sobre la supervivencia de alguno, ante la gran impotencia terapéutica de los
médicos. Si en estos medicamentos se unen los conocimientos mágicos con algunos
empíricos, en los simples minerales y animales de la botica de excrementos, sólo
encontramos fundamentos mágicos.
Junto a ellos algunos preceptos nutricionales, basados en la teoría humoralista
y, por tanto, muy fluctuantes de un médico a otro, porque eran demasiado
especulativos, y los medios habituales para deshacerse de los humores pútridos: la
purga y la sangría, a la que se añadían los sahumerios para intentar evitar la
corrupción aérea. Remedios muy complejos como la Triaca, junto a otros muy
sencillos como la ruda, el higo, la nuez, la salvia o las malvas.
Un mundo mágico de bellas esperanzas, deshecho por la realidad de una
enfermedad de etiología desconocida que imponía su racional e implacable lógica de
la muerte.