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estancia o retorno en la capital de la Pilarica, merced a la ayuda y empeño de la
Fundación Cuenca Villorrio.
La felicidad, el bienestar y el placer constituyen estados o condiciones de
satisfacción y alegría. Como define nuestro amigo y recipiendario son situaciones
transitorias, más o menos prolongadas, que resultan de las vivencias
consecuentes a la falta de dolor miedo y disfrute de buena salud, pero en algunos
estudios científicos realizados en España sobre los índices de felicidad, por
ejemplo el de la Fundación Coca Cola para la felicidad son un resumen de una
vida buena basada en la triada mágica de la copla “salud, dinero y amor” que en
los países iberoamericanos o latinoamericanos, de donde es originaria, se cambia
por “salud, platita y amor”.
Según la OMS, la salud es algo más que ausencia o falta de enfermedad, es
asimismo “un estado de bienestar físico, mental y social”. Nuestro académico,
señala con buen criterio, que estadísticamente un 43% de los componentes que
influyen en la salud se deben o están relacionados con el estilo de vida, situación
que incluye una vida activa, un ejercicio físico moderado, compatible con la edad
y una dieta que contenga todos los componentes indispensables para cubrir las
necesidades de energía y nutrientes de cada individuo, en cada situación fisio-
socio-temporal, de forma que se eviten las deficiencias nutricionales y disminuya
el riesgo de patologías carenciales y degenerativas. Es más, añade nuestro nuevo
académico, la dieta debe contribuir al bienestar mental y social aportando placer
al acto de comer y felicidad individual y poblacional.
Sánchez Muniz en su discurso, trata también del placer y del rechazo de los
alimentos. Hace hincapié en que todos nos mostramos temerosos o reticentes
ante los alimentos que no forman parte de nuestro acervo cultural. Sin embargo,
hace muy pocas semanas que uno de los ministros españoles recomendaba como
fuente de proteínas el consumo de insectos y sus larvas, algo que la FAO hacía en
la década de los años 60 del siglo pasado y que la OMS ha vuelto a recomendar
recientemente.
Hoy se sabe que el placer de la comida viene determinado por la activación
de ciertas zonas cerebrales relacionadas con el placer y/o el rechazo, el premio y
la punición, en resumen la felicidad. Cuando el recién nacido succiona el pezón y
capta su olor se desencadenan funciones inhibidoras de la hormonas frenadoras
de la prolactina con lo que se produce la secreción láctea; también tiene lugar la
producción de oxitocina que induce la eyección y flujo de leche por los conductos
galactóforos. Los lactantes aprenden pronto a relacionar el placer o el rechazo de
los olores y sabores de algunos alimentos.