An. R. Acad. Farm. vol 79 nº 1 2013 - page 113

Boticas y boticarios en el Madrid de 1812
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encarecidamente se esfuerce en su alivio con los socorros que pueda, y
particularmente en el día con hilas para el militar, del que está absolutamente
exhausto; y que se recibirán en el mismo, y en el despacho principal del diario calle
de Alcalá…”(9).
Esta crisis afectó también a los recursos económicos de los boticarios, un
grupo profesional que, en su conjunto y hasta donde la documentación de carácter
económico nos permite conocer, se sitúa en una clase burguesa privilegiada. La
disminución de sus ganancias se hace evidente en la imposibilidad de mantener a
parte del personal hasta entonces adscrito a su servicio: preceptores, como el que
había trabajado en la casa del boticario Benito Calonge (10); mayordomos, como el
que sirviera a Silverio Pérez (11); o asistentas como la que trabajaba para el
boticario de la calle de Alcalá, anunciarán su disponibilidad laboral desde las
páginas del
Diario de Madrid
, ofreciendo sus servicios ‘aunque sea por la mitad del
salario’ (12).
2. EL REAL COLEGIO DE FARMACIA
Las
Ordenanzas de Farmacia
promulgadas en 1804 establecieron la
fundación, en Madrid, de un Real Colegio de Farmacia, dedicado a la formación de
los futuros profesionales, bajo la tutela de la Junta Superior Gubernativa de
Farmacia. La institución fue formalmente constituida el 5 de mayo de 1806,
empleando como locales los mismos de que disponía el Real Colegio de Boticarios
de Madrid, en los comienzos de la calle de Atocha, frente al Hospital General y que,
hasta entonces, habían estado ocupados -­‐al menos parcialmente-­‐ por el Real
Colegio de San Carlos, como vestigio de lo que fue la efímera existencia de la
Facultad Reunida, en el inicio del siglo XIX. Allí permanecerá hasta que, en 1815, se
trasladara a una nueva sede, en la calle del Barco (13).
Apenas iniciadas sus tareas, en 1812 las enseñanzas se distribuían en tres
cursos: Historia Natural con sus ramas (Botánica, Mineralogía y Zoología)
constituía el primero; Química se impartía en el segundo y Farmacia en el tercero y
así permanecería hasta 1815 en que un cambio en los planes de estudio elevaría a
cuatro el número de años que habrían de cursarse. En éste 1812 el Colegio de
Farmacia contaba con tal solo dos profesores: Pedro Gutiérrez Bueno, ‘Petrus
Bonus’, quien ejercía, cuando su delicada salud se lo permitía (14), como jefe local
del Colegio y Antonio de la Cruz Martín.
No disponemos del número de alumnos matriculados en 1812, pero no
debió desviarse mucho de los 20 que lo hicieron en 1808 o de los 25 que firmaron
en 1813. Las actas del Colegio mantienen que debían matricularse como alumnos
todos los practicantes de farmacia, menores de veinticinco años, en especial los
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