An. R. Acad. Farm. vol 79 nº 1 2013 - page 112

A. G. Bueno
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1. EL MADRID DE 1812
Mientras el pueblo y los congresistas gaditanos celebraban el nacimiento de
la Constitución de 1812, sancionada -­‐no por casualidad-­‐ en día de la onomástica
del ‘rey intruso’, los madrileños morían de hambre (1).
El Madrid de 1812, donde se encuentra instalada la corte josefina, es una
ciudad en estado de crisis; el doce de enero, el guerrillero Juan Palarea, alias ‘el
médico’, ataca la capital por la zona de Atocha y Las Delicias (2), de donde es
rechazado; el 28 de julio, al conocer la derrota de Arapiles, José Bonaparte sale de
la ciudad; algo menos de un mes después, el 12 de agosto, las tropas hispano-­‐
inglesas entran en ella, se retirarán el 31 de octubre, tras volar las fortificaciones
francesas de El Retiro; el 3 de diciembre José Bonaparte volverá a entrar en una
desolada y exánime Madrid; no partiría definitivamente de ella hasta marzo de
1813. La crítica situación política y económica vivida en el Madrid de 1812 hizo
florecer ideas políticas contrapuestas en el colectivo, relativamente pequeño, de
los farmacéuticos madrileños: Plácido de Briega Regidor (m. 1830), que acababa
de enviudar en los inicios de éste 1808, mostró una actitud proclive al absolutismo,
mientras que Pedro Gutiérrez Bueno (1743-­‐1822), ‘Petrus Bonus’ como
cariñosamente era apelado por el Bibliotecario mayor, Leandro Fernández de
Moratín (3), pasaba por uno de los más amargos momentos de su vida; a la
separación
de facto
de su segunda esposa, Josefa Aguado (4), se une el proceso de
depuración al que se encuentra sometido al ser acusado de conspiración contra los
franceses; las primeras vistas del juicio, ante el Tribunal de Apelaciones y
Vigilancia, tienen lugar en la primera quincena de octubre de éste 1812 (5); la
resolución habría de esperar a 1814 (6); por las mismas fechas en que Plácido de
Briega firma la delación contra los diputados doceañistas (7). Una disensión
ideológica que no había impedido la colaboración entre Pedro Gutiérrez Bueno y
Plácido de Briega en los años anteriores a esta época de crisis que nos ocupa (8).
La situación económica del vecindario de Madrid rozaba tonos dramáticos;
la escasez tocó de lleno el mundo del medicamento. Un suelto del
Diario de Madrid
,
inserto en las páginas del número correspondiente al miércoles 11 de noviembre
de éste 1812, resulta especialmente ilustrativo:
“El hospital militar, igualmente que los civiles, de esta villa se hallan en el
estado mas lastimoso por su extremada escasez, no solo de provisiones sino de
medicamentos y utensilios, sin que el Ayuntamiento en el inmenso cúmulo de
obligaciones que le abruman pueda hacer otra cosa que sentir íntimamente aquella
falta, y suplir á ella mui defectuosamente con el corto auxilio que cabe en sus
medios y recursos. Pero confiando en la humanidad y beneficencia del vecindario
tantas veces ejercitadas respecto de dichos establecimientos, le ruega
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