An. Real. Acad. Farm. vol 79 nº 3 2013 - page 6

F. Díaz-­‐Fierros Vigueira
389
INTRODUCCIÓN
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la “Salud Ambiental”
(1993) comprende “aquellos aspectos de la salud humana, incluida la calidad de
vida, que son determinados por las condiciones físicas, biológicas, sociales y
psicológicas del medio ambiente” (Basset, 1999). En consonancia con esta
definición, el “Hombre Sano” que es el objetivo de todas las ciencias sanitarias,
incluida la farmacéutica, sería aquel que goza de un equilibrio interior (fisiológico
y psicológico) y vive en un ambiente sin agresiones (físicas, químicas, biológicas y
sociales) Como factores fundamentales del medio físico que determinan en última
instancia las características de esta rama importante de la sanidad, se
considerarían la atmósfera, el agua y el suelo. Todos ellos juegan un papel esencial
y diferenciado en la recepción, acumulación, atenuación y trasmisión de las
substancias contaminantes hacia el ser humano. Sin embargo, la percepción por la
sociedad de su influencia sobre la salud humana tuvo una historia muy diferente,
siendo el suelo el último componente del medio físico que fue aceptado como
problema ambiental (Petts et al., 1997). Anteriormente, el agua había sido
considerada como un problema importante para la salud humana, a finales del
siglo XIX, cuando fue demostrada la transmisión hídrica de muchos
microorganismos patógenos (cólera, tifus, etc.) (Grosclaude, 1999, Díaz-­‐Fierros,
2010). Después de la Segunda Guerra Mundial, los estudios epidemiológicos que
ponían en evidencia la relación entre las enfermedades respiratorias y la
contaminación de las atmósferas urbanas (Mc Dermott, 1961) dieron origen a las
primeras medidas reguladoras de carácter medio ambiental sobre el aire. Y sería
ya en los comienzos de los ochenta, al producirse el desmantelamiento de la
industria pesada que tuvo lugar en muchos países avanzados, cuando se descubrió
la existencia de amplias superficies de suelos contaminados con productos de
probada toxicidad (Petts et al., 1997).
Otros factores que habrían influido en la falta de sensibilidad de la sociedad
frente a la contaminación de suelos y que retrasaron las medidas de su evaluación
y control, pudieron estar relacionados con alguna de las características propias de
la contaminación del medio edáfico. Salvo casos excepcionales (p. ej. la población
infantil) no existe una exposición directa del ser humano a los suelos
contaminados, las relaciones causa-­‐efecto no son tan evidentes y se aceptaba que
el suelo era un medio con una capacidad casi ilimitada para almacenar y retener
substancias contaminantes sin efectos nocivos (Douben, 1998, IGME, 2005).
De todas formas, el interés creciente que se desarrolló sobre los suelos
contaminados multiplicó en los últimos años los métodos de identificación y
estudio, así como las medidas legislativas de control correspondientes. En Europa,
1,2,3,4,5 7,8,9,10,11,12,13,14,15,16,...132
Powered by FlippingBook