Retroceso en el tiempo: la investigación biomédica en España…
          
        
        
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          españolas, proceso de evaluación y proyección estratégica del Instituto, en
        
        
          profunda crisis en 1980, y gracias al reconocimiento de que España no podía
        
        
          abandonar, permitirse la aniquilación de un Instituto Cajal, fundado y bautizado
        
        
          por el genio que fue Santiago Ramón y Cajal, que hizo un gran presidente del CSIC,
        
        
          Alejandro Nieto, Catedrático de Derecho Administrativo. He tenido la fortuna de
        
        
          acompañarle como Vicepresidente, y gracias a su visión de crear, por primera
        
        
          vez en la historia del CSIC, el portafolio de “política científica” y la generosidad de
        
        
          encargármelo, me llevó a que tuviera que ocuparme de la operación “rescate” del
        
        
          Cajal, una de las gestiones más fascinantes de mi vicepresidencia.
        
        
          
            Juan Antonio Subirana
          
        
        
          , su trayectoria es un ejemplo de esfuerzo, tenacidad,
        
        
          imaginación para, a partir de la química y la ingeniería, introducir en España la
        
        
          Biología Molecular, demostrando además que la cooperación entre dos científicos,
        
        
          él y su amigo Jaume Palau-‐ desgraciadamente desaparecido tempranamente-‐ era
        
        
          posible en España. Fue capaz de catalizar la generación de “empresas públicas”, en
        
        
          el sentido más generoso y público del término, que iban a tener reconocimiento
        
        
          internacional.
        
        
          Transcribo unas palabras de su contribución que me parecen
        
        
          fundamentales para debatir algunas de las líneas básicas del discurso oficial sobre
        
        
          la investigación en España: “Durante medio siglo he tenido la oportunidad de
        
        
          dirigir 36 tesis doctorales. La mayoría de los doctorandos provenían de las
        
        
          Facultades de Ciencias. Analizando la trayectoria de estas personas he constatado
        
        
          que únicamente una tercera parte podían considerarse investigadores y han
        
        
          seguido una carrera científica. El resto se han dedicado a la docencia o han
        
        
          encontrado un trabajo en empresas, algunos en puestos de gran responsabilidad.
        
        
          Esta proporción se ha mantenido a lo largo de los años. Las circunstancias
        
        
          políticas y económicas no parecen haber afectado de un modo esencial el número
        
        
          de vocaciones científicas”.
        
        
          Sin embargo dice: “Por otra parte la penuria económica de la postguerra
        
        
          española afectó evidentemente el número de vocaciones científicas. Incluso en la
        
        
          década de los 60 era difícil conseguir becas para realizar el doctorado. La situación
        
        
          fue cambiando gradualmente y pienso que poco a poco todos los que tenían una
        
        
          vocación científica podían llegar a materializarla”
        
        
          Aquí lanzo una apostilla personal. Parafraseando la frase atribuida a Clinton
        
        
          de: “Es la economía, estúpido”, diría: “Son las políticas, políticos”.
        
        
          Sobre las aventuras científicas de Subirana y Palau , acaba de aparecer un
        
        
          libro, la tesis doctoral de Xavier Calvó, titulado
        
        
          
            “Biopolímeros e instrumentos. De la
          
        
        
          
            Química a la Biología Molecular en Barcelona (1958-‐1977) “
          
        
        
          en la colección”
        
        
          Estudios sobre la Ciencia” del CSIC.