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C. Nombela
de Andalucía, que señalan la base de este manantial en un acuífero, alimentado por
infiltración de agua de lluvia en una zona superficial detrítica, de materiales aluviales y
pliocuaternarios constituidos por arcillas, arenas, cantos y costras calcáreas.
Igualmente se ha realizado un detallado estudio de suelos por parte de investigadores
de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense, los doctores López Lafuente,
Hernando, González Huecas y de Santiago, así como el Dr. Monturiol del CSIC. Los
perfiles de los suelos, derivados de pizarras y arenitas, presentaron horizontes propios de
diferentes actividades agrícolas como cultivo de cereal, olivo y viñedo. Incluimos
igualmente un análisis radiológico de las aguas y fangos a cargo de los doctores Heras,
Suárez, Gascó, Romero del Hombrebueno, Ruiz y Simón, del CIEMAT.
En este entorno las aguas brotan naturales, exentas de contaminación por
microorganismos de origen fecal, como muestra el trabajo de mis compañeras del
Departamento de Microbiología de la Facultad de Farmacia, las Dras. De la Rosa, Pintado,
Rodríguez González y Mosso. Con notable detalle analizan la microbiota autóctona y sus
actividades enzimáticas que contribuyen a la mineralización, así como la composición
microbiana fotosintética de los biotapetes integrados por una rica asociación cianobacterias
y diatomeas.
Naturalmente, no podía faltar la esencial aportación médica, a cargo de los doctores
San Martín y Valero, que abordan con perspectiva el empleo de las aguas y los fangos, las
indicaciones y contraindicaciones que puede tener y las afecciones cuyo tratamiento puede
ser útil, en este balneario famoso por sus peloides.
Obligado es expresar el agradecimiento que debemos a muchos.
A todos los científicos y técnicos por su trabajo, de tanta utilidad para conocer y
valorar el balneario de El Raposo que la Real Academia Nacional de Farmacia se complace
en presentar.