Nutrición y felicidad - page 5

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absoluto quiero copiar su magnífico discurso sino ensalzarlo. Quiero manifestar
que de manera similar a muchos de los discursos de ingreso a esta Academia,
tengo que hablar de la emoción, de la alegría y de la responsabilidad que en mí se
generan ahora y en este lugar. Alegría por lograr pertenecer a un círculo, que
como se manifestó en el discurso de inauguración del año académico de 2013,
reúne a autoridades de enorme prestigio y reconocida actividad y fecundidad
científica en las ciencias propias y afines a la Farmacia. Es por tanto que comienzo
mis palabras agradeciendo y recordando. No hay felicidad sin compartir, sin
recibir, sin transmitir, un espíritu de colaboración y de entrega que sintoniza con
lo que es ciencia, amistad, conocimiento, en el deseo de contribuir a la Farmacia,
a la salud y a la propia Felicidad.
Cuando días antes de la última Navidad, me llegó la noticia de mi
nominación a la medalla 19, reconocí que ocuparía la silla de mi antecesor, el
Excmo. D. Antonio Doadrio López. Nacieron en mí una mezcla de señales, un
coctel de alegría, recogimiento, pequeñez, ansiedad y responsabilidad, difícil de
integrar. Mis queridos todos, ni más ni menos que D. Antonio, Maestro, Profesor,
hombre insigne, Decano y Académico de número. D. Antonio, persona inolvidable
para mí y para la ciencia farmacéutica, sembrador de valores. En su hijo Antonio,
tiene esta Academia un puntal que merece todo reconocimiento, fue Antonio
hace ocho años el que me empujó a las puertas de esta Academia. Muchas
gracias Antonio.
Con más motivos de alegría, de esos que hacen al día de hoy especial,
quiero agradecer y recordar a los que desde hoy serán mis compañeros en mi
deambular por la Academia y han tenido a bien avalar mi candidatura: los Excmo.
Bernabé Sanz, María Cascales y Fidel Ortega. Contar con el apoyo y aval de
Bernabé ha sido para mí una satisfacción enorme. Siempre me trató con respeto
y en los últimos años como a un amigo. Cualquier conversación con él es
enriquecedora y más aún en temas sobre alimentación. Yo sabía que de él podría
aprender mucho, como también lo hice de mi iniciador y maestro en el campo de
la Nutrición D. Gregorio Varela, del que aprendí a amar al aceite de oliva, a la
fritura, a la dieta mediterránea, a disfrutar con la comida. D. Gregorio era una de
esas personas dicharacheras, alegres y más listas que he conocido, vendía como
nadie lo que hacía, ponía ilusión y ganas.
A María Cascales la conocí en la Facultad de Farmacia de Madrid, hace
40 años cuando los miembros de los departamentos de Fisiología y Bioquímica
intercambiábamos conocimiento. María me ha dado apoyo, amistad que unidos a
mi profunda admiración por lo que hace, por su riqueza científica y
emprendedora me llevó a hablar con ella y pedirle su aval. Tampoco puedo dejar
de agradecer a Fidel Ortega su apoyo y confianza: el sigue la línea de su padre
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