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receptores. Podemos de una forma sencilla hablar de tres cerebros, el cerebro
reptiliano, más primitivo, profundamente instintivo; el arquicerebro o cerebro de
mamífero localizado en un conjunto de núcleos, conexiones y áreas cerebrales
que conocemos con el nombre de sistema límbico, donde se elaboran las
emociones y se crean las bases del aprendizaje y de la memoria; y el neocortex, o
cerebro más evolucionado propio de los mamíferos superiores y en particular del
hombre, donde se elaboran los pensamientos más complejos, las decisiones más
increíbles pero no necesariamente las más seguras (10-13).
Los mecanismos de control en los cerebros instintivo y emocional van
dirigidos a luchar por la supervivencia, a evitar aquello que sea nociceptivo o
peligroso (10-13). En muchos casos responden a procesos que facilitan decisiones
para el futuro acercándonos a aquello agradable y que repercute sobre nuestra
supervivencia, alejándonos o distanciándonos de lo que la ponga en peligro. En
ambos casos a la experiencia genética expresada en el cerebro reptiliano se une
la experiencia aprendida basada en premios o castigos. Cuanto mayor sea la
emoción (dolor o placer) mayor será el grado de acercamiento o alejamiento y en
muchos casos bastará una experiencia para marcar muy estrechamente nuestro
comportamiento (10-13).
Nada más nacer, el primer acto del niño como ser independiente es
intentar respirar. Normalmente se llenan los pulmones tras un pequeño llanto;
posteriormente el acto más importante que asegurará la supervivencia es la
búsqueda de alimento, la nutrición, hecho que se consigue mediante la creación
de vínculos, de simbolismos, de relaciones emocionales que hacen gratificante y
necesario el hecho de comer.
La lactancia, induce interacciones necesarias entre madre y neonato. El
pezón es localizado por su aspecto y olor. Al succionarlo se promueven
mecanismos que inducen inhibición de la hormona inhibidora de la prolactina, y
se desencadena la producción de leche, pero también de oxitocina que induce la
eyección láctea a través de los conductos galactóforos (12-15). Dado que la
oxitocina se considera una de las hormonas del placer (12,13), el mantenimiento
de la conducta de lactancia presentando el pecho al niño, establece un vínculo
“emocional”. La primera vinculación como individuo independiente con el
alimento genera relaciones emocionales; para la madre garantizar la vida del niño
obteniendo por tanto felicidad, para el niño conseguir seguridad, gratificarse
comiendo. Este comportamiento se fortalece mediante actos de cariño, besos,
caricias, palabras, olores, sabores, ruidos, calor familiar que unen las emociones
al hecho alimentario.
En mi primer encuentro científico con la nutrición, realicé un estudio en
truchas, en la facultad de veterinaria, en un laboratorio de peces que el Profesor