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en numerosas decisiones proyectuales, como el inmenso vacío que ocupa el núcleo
central; consiste en un conjunto de explanadas interconectadas en desniveles,
flanqueadas por piezas arquitectónicas alojando a las diversas facultades. Cada una
de ellas fueron proyectadas por arquitectos de reconocido prestigio. Las piezas de
Arquitectura contemporánea evocan al conjunto prehispánico, en una evocación
compositiva de las pirámides, que se orientan hacia las grandes explanadas donde
su jerarquía, tamaño y proporción son implantadas a partir de un conjunto de ejes
longitudinales y transversales, alcanzando remates visuales de alto impacto y
perspectivas direccionales en asimetría, como sucede en el caso de Teotihuacán.
Otra decisión de alta expresividad fue el tratamiento texturial de la fachada de la
biblioteca; diseñada en 1951 por O´Gorman, Saavedra y Martínez de Velasco,
supuso revestir los cuatro parámetros verticales tratados como lienzos de
inspiración azteca. “Los murales también respondían a la necesidad de presentar
un discurso coherente con el sentido de la universidad como espacio promotor y
conservador de la cultura, los valores y el conocimiento” (González, 2004, p.235).
Dichos murales, construidos a base a módulos con dimensiones de un metro
cuadrado, fueron manufacturados artesanalmente con diversas piedras de colores
y texturas de todas las regiones de la República Mexicana, dando muestra de la
historia, del ser humano, la tecnología y el saber, en un ejercicio de grafismo que
enlaza el pasado, el presente y el futuro. “Los murales también respondían a la
necesidad de presentar un discurso coherente con el sentido de la universidad
como espacio promotor y conservador de la cultura, los valores y el conocimiento”
(González, 2004, p.235).
Otro de los elementos es el Estadio Olímpico, (conocido como el “Estadio México
68”, sede principal de los Juegos Olímpicos de 1968), fue construido entre 1950 y
1952, a cargo de los arquitectos Pérez Palacios, Bravo y Salinas. Se emplazó sobre
el eje principal longitudinal, en la cabecera poniente del complejo, y como remate
visual desde la explanada central. La integración de la topografía de lava volcánica
fue aprovechada para asentar el conjunto, donde sus fachadas inclinadas
recuerdan las formas piramidales prehispánicas con entorno elíptico. El plano
principal recoge un grabado sobre su talud, consistente en un mural en alto relieve
realizado por Rivera.
El diseño de los espacios exteriores y de paisaje estuvo a cargo del afamado
arquitecto mexicano Luis Barragán, quien supo aprovechar e interpretar con
acierto la belleza del contexto natural. Otros factores topográficos y tipológicos
esenciales que aportaron unidad al conjunto fueron los materiales elegidos por los
autores; piedra braza propia de la región, labrada para pisos y fachadas, el
hormigón y el acero para estructuras, el block de barro prensado industrialmente
como elemento divisorio, en colores barro rojo, arena y azul esmaltado utilizado en
algunos casos…; todo ello aportó grandes dosis de identidad al conjunto. Y la
50| Pablo Campos Calvo-Sotelo, Rui Lobo, Rogelio Sevilla