An. R. Acad. Farm. vol 79 nº 1 2013 - page 70

A. M. Pascual-­‐Leone
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1. INTRODUCCIÓN
En el desarrollo del cerebro se tiene que establecer la estructura neuronal
necesaria para poder integrar factores ambientales externos, siempre cambiantes,
con las respuestas fisiológicas necesarias para mantener la homeostasis orgánica
(1).
En una situación de emergencia, de peligro para el organismo, bien por
desequilibrios internos; por variaciones de pH, temperatura, hambre, sed etc. bien
por factores ambientales: un terremoto, una tempestad o un depredador que
viene a agredirnos, el organismo tiene que habilitar respuestas fisiológicas y de
conducta, a través del cerebro, con fines de supervivencia (2,3).
2. INVESTIGACIONES EN EL SIGLO XX
La primera vez que se habló de dichas respuestas se debe a Hans Selye, en
1936 (4,5), estableció que se producía lo que él denominó
un síndrome general de
adaptación
cuyo principal acontecimiento era la salida masiva de niveles altos de
glucocorticoides a plasma. También dijo que se producía una disminución del timo,
una hipertrofia de corteza suprarrenal, y algunas veces úlcera gástrica. Todo ello
estimuló en el siglo XX, enormemente, las investigaciones básicas en dicha
vertiente. En 1968 (6), se descubrieron, por primera vez, los receptores nucleares de
glucocorticoides en el cerebro. Se encontraron en zonas pertenecientes al sistema
límbico: hipocampo, septum o amígdala. El sistema límbico, que fue llamado
“cerebro visceral”, controla las emociones, como ustedes saben. Y con las mismas
técnicas utilizadas para los receptores de glucocorticoides se descubrieron los
receptores de las hormonas gonadales en hipotálamo y en pituitaria o hipófisis.
Pronto se estableció que los corticoides modificaban, en determinadas
circunstancias, estructuras límbicas, con la consiguiente consecuencia en las tareas
encomendadas a dichas zonas cerebrales. Como, por ejemplo, alteración de
procesos de conocimiento con un componente espacial y almacenamiento en su
memoria, en el caso de tratarse del hipocampo, ya que esta zona cerebral está
encargada de dichas funciones (7,8).
También se descubrió que efectivamente ante un estado de estrés se
activaba el axis hipotálamo-­‐ pituitaria –adrenal (axis HPA). Axis que funciona como
muchos axis endocrinos con secreción en hipotálamo de hormonas hipotalámicas.
En este caso la arginina –vasopresina (AVP) y la corticotrofina hipotalámica CRH,
la cual, por el sistema porta, llega a la hipófisis y estimula, a su vez, la secreción de
la gran molécula proopiomelanocortina (POMC), que por proteólisis dará lugar a la
secreción hipofisaria corticotropina o ACTH. En este axis la corticotrofina
hipofisaria (ACTH) activará en la corteza suprarrenal la secreción de los
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