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En la definición de síndrome metabólico en adolescentes el criterio mayormente
utilizado es el definido por Cook, el cual considera la presencia de tres o más de los
siguientes parámetros: circunferencia de cintura mayor o igual al percentil 90, glicemia
basal mayor o igual de 110 mg/dl, colesterol-HDL menor o igual a 40mg/dl, triglicéridos
mayor o igual a 110 mg/dl y presión arterial mayor o igual al percentil 90.
A pesar de la controversia en su definición existe consenso que la identificación y el
tratamiento temprano de sus componentes individuales es deseable para disminuir el riesgo
cardiovascular. Así, una dieta saludable, aumento de actividad física y reducción de peso
son fundamentales frente a toda otra estrategia terapéutica.
Un estudio en adolescentes obesos muestra que el 39% de ellos presentó tres o más de
estos factores cumpliendo con el criterio de síndrome metabólico y el grado de obesidad se
relacionó directamente con el número de factores de riesgo de síndrome metabólico.
Al considerar los parámetros del criterio de Cook en aquellos con síndrome metabólico,
la característica predominante fue el aumento de la circunferencia de cintura en un 98,9%,
seguida de hipertrigliceridemia en un 81,6, hipertensión arterial en un 72,1%, disminución
de colesterol-HDL en un 69,3% e hiperglicemia en un 4,5%
La hipertrigliceridemia asociada a bajo colesterol-HDL es más frecuente en el caso de
obesidad abdominal. La patogenia de estas alteraciones lipídicas viene condicionada por
fenómenos complejos presentes en la obesidad abdominal como la resistencia a insulina.
Se ha descrito que tanto los triglicéridos como el colesterol-HDL tienen una mejor
respuesta a la pérdida de peso en aquellos individuos con obesidad abdominal y hoy se sabe
que una pérdida de peso de 10 kilos puede producir una disminución del 30% en
triglicéridos y un aumento del 8% en el colesterol-HDL.
Prevención de la obesidad en niños y adolescentes
Todos los ámbitos coinciden en definir la prevención como el único medio para frenar
el aumento de la obesidad infantil y la necesidad de aplicar medidas efectivas que además
tengan un efecto duradero.
La prevención de la obesidad infantil debe comenzar en los primeros años de vida del
niño ya que unos correctos hábitos alimenticios y un estilo de vida saludable inculcados