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J. San Martín y A. Valero
El médico D. Julio Alonso Cordero convencido de la utilidad terapéutica de las
aguas y los barros, buscó la colaboración e influencia de Doña Fernanda Durán para
conseguir que las aguas de El Raposo fueran declaradas de Utilidad Pública.
Se solicitó en 1925 un análisis de las aguas y fue el Doctor Enrique Ortega y Mayor,
del Laboratorio Municipal de Higiene de Madrid, quien practicó el análisis químico
cualitativo, cuantitativo, y radiactivo de las aguas del Balneario calificándolas como
bicarbonatadas, cálcicas, magnésicas y radiactivas (Figura 4) (4).
Con este análisis, y a instancia del médico D. Julio Alonso Cordero, en
representación de la Sociedad Alonso e Hidalgo, las aguas del balneario El Raposo fueron
declaradas de Utilidad Pública en 1926; “y más aún los barros y lodos medicinales” fueron
informados favorablemente por la Dirección General de Sanidad y por el Real Consejo de
Figura 3.-
Monumento dedicado a Doña Fernanda Durán.