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                        (Boncompagno, c.1235)

                  Poco tiempo más tarde, Alfonso X el  Sabio  perfiló en  “Las Siete Partidas”  otra
                  semilla sobre la materia, al  efectuar un diseño conceptual de las características
                  espaciales del Estudio General:


                        De  buen ayre e de fermosas salidas debe ser la Villa do quisieren
                        establecer el Estudio, porque los maestros que muestren los saberes, e
                        los Escolares que los  aprenden vivan sanos en el, o puedan folgar o
                        recibir plazer en la tarde cuando se levantaren cansados del estudio.
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                        (Alfonso X el Sabio, c. 1256)

                  Una vez recordados los precedentes embriones teóricos, debe subrayarse que el
                  modelo donde cristalizaron con mayor nitidez las cualidades inherentes a la acción
                  planificadora fue el campus norteamericano (Turner, 1984). En sintonía filosófica
                  con el urbanismo ético del XIX, la denominada “utopía de la ilusión” empleó  la
                  estrategia proyectual implícita en la planificación, como coordinación de espacio y

                  tiempo. Las implantaciones universitarias  norteamericanas (campus)  fueron
                  progresivamente enajenándose de las metrópolis, como táctica político/geográfica
                  para alcanzar la idílica “Ciudad del Saber” .
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                  De entre el prolífico repertorio de implantaciones transoceánicas, quizá sea
                  Stanford el que representa la excelencia de la planificación con mayor empaque.

                  Ideado en el siglo XIX por el paisajista Olmsted (autor asimismo del icónico Central
                  Park neoyorquino), apostó  por un  comprometido control tipológico,
                  tridimensional y estilístico, perviviendo hasta la actualidad como paradigma de
                  composición armónica (Turner, Verrocq, & Weitze, 1976). Sus áreas principales se
                  ordenaron espacialmente siguiendo el arquetípico esquema del “quad”, a lo que se
                  añadió una comprometida apuesta por la autonomía funcional. Así, la forma
                  arquitectónica en Stanford tributó a la “utopía de la insularidad”. Pero dicha utopía,
                  planificada, siempre se ha asumido como un patrimonio a mantener; por ello, y con
                  el fin de salvaguardar el espíritu original del proyecto, la Universidad  ha
                  establecido herramientas específicamente destinadas a este objetivo, como una

                  normativa arquitectónica muy detallada, y una oficina de supervisión compuesta
                  por un numeroso grupo de gestores y técnicos (Land, Buildings and Real State).






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                    Boncompagno da Signa (c.1235). Rethorica novissima, manuscrito de la Biblioteca Apostólica Vaticana.
                  Borguese, 97
                  6  Extracto de Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio. Partida 2, título 31, ley 2. Edición: Academia de la
                  Historia, Valencia, 1767
                  7   Expresión  empleada en proyectos,  foros y publicaciones, como  La Ciudad del  Saber. Ciudad,
                  Universidad y Utopía. 1293-1993. Madrid: COAM (1995)

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