Introducción
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I
NTRODUCCIÓN
Una de las enfermedades epidémicas prototípicas, atribuida a la acción maléfica
de los astros coincidente con la voluntad de Dios de castigar a los humanos, siempre
culpables de sus pecados voluntarios o no, fue la Peste.
En la antigüedad se dio el nombre de peste a muchas dolencias de transmisión
epidémica
2
.
Andrés Laguna lo expresa con singular precisión, tal y como era su costumbre
científica y estilística:
pestilencia restrictamente hablando, no es otra cosa, sino una fiebre continua,
breve, aguda y peligrosísima, que causada del aire infecto y corrupto, asalta e
inficiona a todos los populares aptos y dispuesto a recebirla, por dó que los
griegos antiguos la llamaron… que quiere decir enfermedad popular. Extienden
también algunos este nombre de pestilencia, a otras muchas enfermedades,
que suelen derramarse por todo el pueblo: como son las viruelas, sarampiones
cámaras, y algunas otras malas disposiciones, que asaltarnos suelen a
temporadas. Las cuales aunque también procedan del aire infecto, y haga
juntamente la guerra a muchos, todavía, porque no son tan fieras e
inexorables, parece ser de otro diverso linaje: y así no quiero confundirlas con
la legítima pestilencia, que por su extraña malignidad mereció sola este odioso
apellido
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.
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No es el propósito de este libro el hacer una revisión general sobre el estado de la cuestión de los estudios sobre esta enfermedad
sino, prioritariamente, analizar los remedios farmacológicos empleados en su prevención y cura.
Para entender su utilización es imprescindible establecer un panorama general, con la ventaja de que los métodos se
mantuvieron constantes durante todo el devenir histórico hasta el tardío descubrimiento de la etiología morbosa, y marcaron el
inconsciente colectivo ante este tipo de contagios masivos y universales. Su recuerdo llegó prácticamente a nuestros días.
Además de los textos citados a pie de página, he empleado, con especial interés, dos libros sobre la peste en la Corona de
Castilla: el de Marcelino V. AMASUNO SÁRRAGA,
La peste en la Corona de Castilla durante la segunda mitad del siglo XIV
,
Salamanca: Junta de Castilla y León, 1996 y el de Antonio CARRERAS PACHÓN,
La peste y los médicos en la España del
Renacimiento
, Salamanca: ediciones del Instituto de Historia de la Medicina Española, 1976. Para entender las primeras
posiciones ante la enfermedad me han sido muy útiles también los libros de Jon ARRIZABALAGA, Luis GARCÍA BALLESTER
y Joan VENY,
Jacme d’Agramont. Regiment de preservació de pestilencia (Lleida, 1348)
Lleida: Enciclopedia Catalana, 1998 y
el de José María LÓPEZ PIÑERO y Antoni FERRANDO,
Lluís ALCANUÍS, Regiment preservatiu e curatiu de la pestilencia
,
Valencia: Universitat de València, Adjuntament de Valencia, 1999. Para la explicación de algunos mecanismos religiosos he
empleado, entre otros, el texto de Jesús MAISO GONZALEZ,
La peste aragonesa de 1648 a 1654
, Zaragoza: estudios/82.
Departamento de Historia Moderna, 1982. Una visión general del tema la proporcionan, Willy HANSEN y Jean FRENEY,
Des
bactéries et des hommes
, Toulouse: ed. Privat, 2002 y para la cuestión en Francia, Monique LUCENET,
Les grandes pestes en
France,
Paris: Ed. Aubier, 1985, textos que, a su vez, nos remiten a una abundantísima bibliografía.
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Andrés LAGUNA,
Discurso breve sobre la cura y preservación de la pestilencia,
Salamanca: Mathias Gast, 1566, fol. 10 y 10v.