J. R. Lacadena y F. Mayor Menéndez
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desarrollo. La conclusión evidente era que cuanto más diferenciadas estaban las
células donantes de los núcleos tenían menos capacidad de desarrollo total
(totipotencia).
Sin embargo, diez años después del primer experimento de Briggs y King,
en 1962 John B. Gurdon (5) hizo un experimento que le ha valido el Premio Nobel
sesenta años más tarde, porque su investigación cambió la idea de que la
diferenciación celular era un proceso irreversible, sentando las bases para el
desarrollo posterior de las técnicas de reprogramación nuclear, tanto en la
obtención de mamíferos clónicos como en la obtención de células troncales, de
especial importancia en la Biomedicina.
Los experimentos de Gurdon consistieron en transferir el núcleo de una
célula diferenciada (célula ciliada epitelial de intestino) de renacuajo del sapo con
garras africano (
Xenopus laevis
) al citoplasma de un óvulo cuyo núcleo había sido
destruido mediante radiación ultravioleta, obteniendo un sapo macho y otro
hembra normales, aunque con una frecuencia pequeña (1%).
Como comprobación experimental de que la técnica de transferencia
nuclear había sido correcta, Gurdon utilizó como cepa donadora del núcleo un
mutante nucleolar obtenido por Fischberg (6), en cuyo laboratorio había trabajado
con anterioridad, que mostraba en el núcleo interfásico un solo nucleolo en lugar
de dos que tenía la cepa receptora normal. Diez años más tarde, Kobel y
colaboradores (7) obtuvieron un sapo hembra fértil transfiriendo núcleos de
células no ciliadas de epidermis de renacuajo, ratificando así las experiencias de
Gurdon. A pesar de la evidencia experimental aportada por Gurdon y la
corroboración por Kobel y colaboradores, sin embargo la clonación en anfibios por
transferencia de núcleos de células diferenciadas fue recibida con cierto
escepticismo por parte de la comunidad científica (8) porque, como señala la
propia Institución Nobel, el descubrimiento de Gurdon “hizo añicos el dogma de
que la diferenciación celular sólo podía ser un proceso unidireccional” (9).
De hecho, la idea científica vigente entonces estaba muy enraizada con el
modelo de canalización del desarrollo propuesto por Waddington en 1957 (10) en
la década anterior en el que comparaba el proceso de desarrollo con un paisaje
epigenético de montañas y valles en el que las células indiferenciadas están en las
cumbres de las montañas y en el proceso de diferenciación entran en los valles de
forma que ya no podrán volver al estado diferenciado que representan las
cumbres. Otro ejemplo muy gráfico que solía utilizar yo en mis clases de Genética era
el de los cambios de vía de una estación de tren donde se clasificaban los vagones
llevándolos a las vías muertas del la diferenciación.