An. R. Acad. Farm. vol 79 nº 1 2013 - page 56

J. M. Medina
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de la encefalización ocurrida entre los grandes monos y el hombre, mientras que
otro gen relacionado, el MCPH1 (“Microencephalin1”), sería el responsable de la
encefalización en el período evolutivo entre los simios y los grandes monos.
Sin embargo, más recientemente el grupo de Lahn (Mekel-­‐Bobrov et al.
2005) ha puesto de manifiesto que, aunque ambos genes son responsables de la
encefalización en los homínidos, su evolución no está directamente relacionada
con la aparición de la inteligencia, ya que no existe relación entre los cambios
evolutivos de estos genes y el coeficiente de inteligencia de los 2.393 individuos
analizados. Estos genes, han sido descubiertos por su implicación en enfermedades
relacionadas con el desarrollo cerebral denominadas microcefalias, que se
caracterizan por un crecimiento anormalmente bajo del volumen cerebral, causado
por la proliferación anormal de los neuroblastos.
Las microcefalias (MCPH) son unas enfermedades autosómicas recesivas
que se caracterizan por una reducción del volumen encefálico, sin grandes cambios
en la distribución de la masa encefálica, a excepción del córtex, que está
sensiblemente disminuido aunque manteniendo la arquitectura normal. Están
también afectados el giro dentado, el bulbo olfatorio y la corriente migratoria
rostral. Se acompaña de retraso mental de carácter ligero o medio (Bond et al.
2002). Desde el punto de vista genético, las microcefalias se encuentran ligadas a
mutaciones en cinco l
oci
recesivos, aunque sin diferencias aparentes en el fenotipo.
Están causadas por la mutación del gen ASPM, ortólogo del asp de
Drosophila,
localizado en cromosoma 1p31 y que codifica una proteína MAP (“microtubule
associated protein”). La proteína, que posee un extremo amino terminal
conservado en
Drosophila
, se une a los microtúbulos en un dominio repetitivo IQ
(Ile y Gln repetidos) de unión a la calmodulina. Este último dominio se repite 24
veces en
Drosophila
y 74 veces en en la proteína humana, debido a la inserción de
10 repeticiones IQ en el exón 18. La pérdida de 425 aminoácidos, incluido el
carboxilo terminal, produce la enfermedad, lo que sugiere que las todas las
repeticiones IQ son necesarias para el correcto funcionamiento de la proteína
(Bond et al. 2002).
La expresión de la proteína tiene lugar, fundamentalmente, en la zona
ventricular del córtex y, en el ratón, comienza el día 11 de la fase embrionaria
(E11), mostrando su expresión máxima a E15 y descendiendo a partir de E17. La
expresión de la proteína es muy baja en el día del nacimiento (P0) y el día P9 está
limitada a la zona subventricular, giro dentado y corriente migratoria rostral, es
decir, las áreas en las que continúa la neurogénesis tras el parto (Bond et al. 2002).
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