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Extraída
de
ed15e3c494af/index.html
Estos oxidantes, también están presentes en los procesos de contaminación
atmosférica y en las grandes urbes son precursores de las nieblas fotoquímicas oxidantes
(bruma que se produce por oxidación fotoquímica cuando se dan algunas condiciones
típicas de los anticiclones estacionarios, como fuerte irradiación solar, inversión térmica
intensa y baja, humedad relativa elevada y ventolinas o calmas en las primeras horas de la
mañana).
Afortunadamente, el organismo desarrolla sus propios mecanismos de defensa
naturales contra la acción tóxica de los radicales libres del oxígeno, utilizando ciertas
sustancias conocidas como antioxidantes endógenos, por ser propios del organismo. Entre
ellos, se encuentran algunas enzimas producidas por las células, como la superóxido
dismutasa (favorece la transformación del radical superóxido en peróxido y oxígeno) y la
catalasa (cataliza la transformación del agua oxigenada en agua y oxígeno), capaces de
degradar o consumir los radicales libres. Los antioxidantes exógenos, que ingresan en el
organismo con los alimentos, son moléculas como la vitamina A, la vitamina C (o ácido
ascórbico) y la vitamina E, que aceptan fácilmente electrones y eliminan los oxidantes y
radicales libres oxidativos.