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Se han propuesto, a nivel cerebral, diferentes neurotransmisores peptídicos y
neuromoduladores como el neuropéptido Y (que es orexígeno, induce hiperfagia e inhibe
otras conductas; las melanocortinas que son inhibidoras de la ingesta; la
hormona concentradora de corticotropina (CRH) que regula la ansiedad y la ingesta en
situaciones de peligro; la hormona estimulante de melanocitos (MCH) que induce conducta
asociada a búsqueda y preparación de alimentos; las orexinas que incitan a comer; la
galanina, reguladora de circuitos noradrenérgicos .
GIP, glucose-dependent-insulinotropic polypeptide (polipéptido insulinotrópico
dependente de glucosa); GLP-1, Glucagon–like peptide-1 (Péptido similar a glucagón-1).
Adaptado de Havel y Bremer.
⊗
Efecto bloqueante;
Θ
Efecto inhibidor;
⊕
Efecto
estimulante
La información dividida en sus componentes más básicos se dirige a áreas primitivas
del cerebro, el rinencéfalo/sistema límbico, al hipotálamo, a áreas cerebrales relacionadas
con el premio y castigo,
con el placer y el displacer. Los mecanismos disparadores son muy
complejos, y se basan en sustancias y/o neurotransmisores de recompensa o gratificación,
entre los que destacan la dopamina, los opiáceos internos y los endocannabinoides. Hoy el
control de la ingesta debe ser considerado como la resultante de la actividad neuronal y del
equilibrio de neurotransmisores y neuropéptidos: Dopamina, serotonina, noradrenalina,
NPY, melanocortinas, encefalinas, cannabinoides, opiáceos, melatonina, etc.).
Desde la perspectiva nerviosa alimentaria, destaca el
sistema mesolímbic
o que
arranca desde el
área tegmental ventral
del mesencéfalo y proyecta sus fibras
dopaminérgicas al prosencéfalo. Este sistema es especialmente importante a nivel del
núcleo estriado ventral (
núcleo accumbens
) y regula la motivación, es decir el paso de la
impulsividad instintiva a la aplicación de patrones psicomotrices estereotipados teniendo
una enorme transcendencia en el control de la ingesta. Los opioides endógenos son familias
de neuropéptidos implicados en multitud de funciones del sistema nervioso, entre las que se
incluye el control del hambre y del apetito. Son responsables de nuestras
preferencias
alimentarias
y del mantenimiento de la ingesta en función de la sensación de recompensa
derivada de su palatabilidad, también llamada
recompensa orosensorial
.
Un porcentaje elevado de obesidades se originan por situaciones emocionales que
cambian los hábitos nutricionales del individuo. Las modas y la publicidad, tienen a su vez,