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parece aumentar el número de células beta que responden a la glucosa y su sensibilidad a la
misma, quizás como respuesta adaptativa a otros cambios en el envejecimiento para
mantener una secreción correcta de insulina.
Tanto el envejecimiento como la obesidad son determinantes positivos del síndrome
metabólico, que implica hiperinsulinemia o resistencia a la insulina y está asociado a
intolerancia a la glucosa, dislipemia e hipertensión. Se ha visto que la acumulación de grasa
visceral está asociada con esas manifestaciones clínicas de la resistencia a la insulina,
quizás mediado por un aumento de los ácidos grasos libres.
El tejido adiposo visceral, que es más activo metabólicamente que otros depósitos de
grasas, perturba el aclaramiento hepático de la insulina mediante la elevación portal de los
ácidos grasos libres, exponiendo así al hígado a niveles aumentados de dichos ácidos
grasos.
Los ácidos grasos disminuyen la unión y el aclaramiento de la insulina, posiblemente
debido a una internalización del receptor de insulina. En apoyo de este mecanismo, en
experimentos en animales se ha visto que la sobrealimentación de ratas dio lugar a un
descenso en el aclaramiento hepático de la insulina proporcional al contenido hepático en
triglicéridos y a la concentración portal de ácidos grasos libres. Este descenso en
aclaramiento se puede prevenir con fármacos que disminuyen la oxidación de ácidos
grasos.
Aunque la cantidad total de ácidos grasos liberados desde las vísceras es pequeña
comparada con la procedente del tejido adiposo subcutáneo, la conexión directa por el
sistema porta puede darle al tejido adiposo visceral una influencia desproporcionadamente
mayor sobre el aclaramiento hepático de insulina.
Además, la liberación de ácidos grasos por Kg de tejido adiposo subcutáneo es mayor
en la porción superior que en la inferior del cuerpo, y por lo tanto una mayor masa de tejido
adiposo subcutáneo en la porción superior del cuerpo expone al hígado a una cantidad
aumentada de ácidos grasos a través de la circulación sistémica.
Esto puede explicar porqué la circunferencia del cuello y del muslo está asociadas de
forma positiva y negativa respectivamente con la insulina. Además, la exposición del
hígado a niveles elevados de ácidos grasos aumenta la gluconeogénesis hepática y, en la
periferia, los ácidos grasos disminuyen la captación de glucosa y aumentan la tendencia