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Testimonio de la misma sería la correspondencia de la Marquesa de Sévigné. Madame
de Sévigné se inquieta ante la delgadez de su hija, consulta a Guy Crescent Fagon, Médico de
Luis XIV y le da consejos para engordar. Quiere que aumente de peso sin ponerse gorda,
corpulenta, ni quedarse embarazada, mientras ella hace esfuerzos para adelgazar. La marquesa
resulta una buena muestra de las inquietudes aristocráticas francesas y muy probablemente
europeas. No quería estar escuálida; tampoco gorda y esas características las relacionaba con
la belleza, con la esbeltez, no con la salud. Para mantener la segunda estaba dispuesta a otra
serie de sacrificios, como alimentarse con carne de víbora para absorber, en teoría, las
impurezas del cuerpo, al igual que otros nobles italianos o españoles.
Como la gordura es cuestión estética, no sanitaria, el juego con las ropas se convierte
en tema central.
En el siglo XV las mujeres empleaban un simple cinturón de tela entorno al vientre. En
1685, Jean Liébault en su
Tesoro de remedios secretos para las enfermedades de las mujeres
describe las cinchas de piel con cordones; los corsés para contener los vientres excesivos.
También propone contenciones a base de láminas de acero. El invento más habitual unía unas
ballenas o barbas que atravesaban la tela y placas rígidas cosidas en el interior de la misma
que ya eran habituales en el siglo
anterior. La prenda se emplea por
hombres y mujeres, pero mucho más por
las segundas.
3.6 La Ilustración.
En la
Galerie de modes
de París,
hacia 1780, puede verse confirmada una
considerable reducción en la talla
femenina y mayor libertad en el
volumen masculino. Para los hombres el volumen rollizo se considera normal, incluso
prestigioso, mientras el talle femenino ha de ser invariablemente esbelto. Los hombres de
finanzas, los banqueros y negociantes se representan con gravedad opulenta y obesa adquirida
en sus negocios sedentarios que ya no precisan de ningún tipo de acción. Las mujeres han de
Figura 12. Picnic (1989, colección privada). Fernando Botero