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2.6 El ejercicio físico.
Aunque el ejercicio se relaciona con el trabajo y, en las culturas católicas, con el
castigo, el saber inmemorial de los populares refranes nos indica la buena consideración
respecto a la salud que la actividad física tuvo entre los españoles:
quien suda a su salud
ayuda
, dice un refrán.
Contra malos humores buenos sudores
, otro.
A principios del siglo XIX se vulgariza la gimnasia sueca como elemento de
mantenimiento de la salud por Pehr Henrik Ling, pero es en el siglo XX y en lo que llevamos
del XXI cuando cobra todo su auge.
Si la obesidad se considera fruto de la desviación en la balanza energética, parece
absolutamente razonable que, para evitarla, se incremente el consumo mediante el ejercicio.
El primero en sugerir la idea, en 1907, fue Carl von Noorden, una autoridad en
obesidad y diabetes.
El paladín de esa postura fue Jean Mayer quien comenzó su carrera profesional en
Harvard, fue rector de la universidad de Tufts en donde se creó la
Jean Mayer USDA Human
Nutrition Research Center on Aging
. Empezó a ensalzar el ejercicio como método de controlar
el peso en 1950. Su influencia creció en 1960 y en 1966 el U.S. Public Health Service
recomendó por primera vez la dieta y el aumento de la actividad física como claves en la
pérdida de peso.
En 1989 Xavier Pi-Sunyer, director del Roosevelt Hospital Obesity Research Center de
St. Luke, en Nueva York, luego de revisar los estudios existentes llegó a la conclusión de que
no se producía disminución del peso con el aumento de ejercicio físico.
Las directrices publicadas por la American Heart Association y el American College of
Sports Medicine, en agosto de 2007 consideran razonable que, comparadas con las personas
que consumen poca energía, las que tienen un gasto de energía diario relativamente elevado
tendrán menos posibilidades de ganar peso con el tiempo, sin embargo afirmaban que
hasta el
momento, los datos que apoyan esta hipótesis no son especialmente convincentes.