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su vida con una excesiva gordura que Hans Holbein transformó en impresionante
majestuosidad.
En el festín colectivo retratado en el
Libro de la
caza
de Gastón de Phoebus, vemos a los sirvientes,
capataces y palafreneros con el rostro basto y dotados de
una gran barriga, mientras los nobles, además de
mantener modales refinados, aparecen con la cara
afilada y la cintura esbelta, lo cual nos lleva a la
iconografía derivada de la publicación del
Ingenioso
hidalgo Don Quijote de la Mancha
, en donde Miguel de
Cervantes representa al hidalgo Don Quijote, al borde
mismo de la extenuación de pura delgadez, mientras su
escudero Sancho Panza, en su propio apellido lleva
impresa la cualidad obesa atribuida a las clases populares en su libro publicado a principios
del Barroco.
Baltasar Castiglioni en
El Cortesano
habla ya de ligereza y habilidad y esas cualidades,
añadidas a la fuerza, son las que estéticamente debían
preponderar.
A Carlos V, tras su victoria contra los protestantes
en Mülberg, le entregaron al Duque Francisco I de Sajonia
de quien se burlaban los cortesanos por su gran volumen y
le calificaban de
bota
y le describían como
gordo, seboso
y fondón
.
El propio emperador Carlos, aunque no famoso por
su gordura, que probablemente no llegó a desarrollar, sí lo
fue por su inmenso apetito, por las recepciones a la
manera flamenca y por la gran cantidad de alimentos y
bebidas consumidas incluso en su retiro de Yuste.
La tendencia a la frugalidad y las buenas maneras en la mesa es uno de los objetivos de
la temprana sátira de François Rabelais quien, pese a su condición de médico, se ríe de los
Figura 9. Don Quijote y Sancho.
Gustave Doré.
Figura 10. Gargantua. Gustave Doré.