99
La obesidad se desarrolla cuando la energía derivada del catabolismo de los nutrientes,
es superior al consumo de energía necesario para el mantenimiento de las funciones vitales.
El exceso de energía se acumula en el tejido adiposo. El número de células adiposas,
integrantes del tejido adiposo, puede incrementar a lo largo de la vida, y los individuos
cuya obesidad se ha iniciado en estado adulto exhiben, en general, un tamaño mayor de los
adipocitos, mientras que individuos con aparición más temprana de la obesidad presentan
tanto hipertrofia como hiperplasia de los adipocitos. La distribución de la grasa también
juega un papel importante en el riesgo metabólico de la obesidad. El exceso de grasa intra
abdominal/visceral promueve un elevado riesgo de enfermedad metabólica, mientras el
exceso de grasa subcutánea ejerce menor o ningún riesgo.
Energía de los alimentos
Los organismos vivos existen gracias a que mantienen una producción continua de
energía que se genera a partir de los nutrientes de procedencia exógena integrados en la
alimentación. Parte de esta energía se utiliza en las funciones esenciales, como el
mantenimiento de las funciones vitales, el crecimiento y la reproducción, y otra parte se
disipa en forma de calor. Las células necesitan un aporte constante de energía para generar
y mantener el orden biológico que las mantiene vivas.
Las calorías procedentes de los alimentos son unidades de energía. Pero ¿dónde está esa
energía? Toda sustancia alimenticia está compuesta por moléculas complejas, cuyos átomos
se mantienen unidos y ordenados porque "comparten" electrones que establecen enlaces
químicos. La formación de estos enlaces requiere energía, mientras que su rotura libera la
energía que estos enlaces contenían. Por ello, para obtener energía a partir de los alimentos,
éstos deben ser degradados en moléculas más pequeñas. Las macromoléculas de hidratos de
carbono, grasas y proteínas, presentes en los alimentos, constituyen el "combustible" a
partir del cual las células pueden obtener la energía necesaria para realizar todas sus
funciones. La energía derivada de la rotura de enlaces se desprende en forma de electrones
(e-) y protones (H
+
). Pero la energía procedente de estos electrones, no se conducirá
directamente hacia el trabajo celular, sino que después de una serie de reacciones llegará a