La curación de la Peste: sobre todo las medidas espirituales
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8.
L
A CURACIÓN DE LA
P
ESTE
:
SOBRE TODO LAS MEDIDAS
ESPIRITUALES
Pese a las experiencias terribles ocasionadas por la enfermedad, el miedo
levantado en las gentes con sólo nombrarla, el reflejo de huida, convertido en consejo
médico, la conmoción social y económica, y la tragedia humana, generalmente nadie
se daba por vencido, ni los individuos
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, ni los responsables administrativos, ni
muchísimo menos los sanitarios, que inundaron las imprentas con sus tratados
durante al menos tres siglos
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.
Ante la evidencia del mal, la primera acción correspondía a los individuos y a la
Iglesia; los cuidados espirituales se consideraban superiores a los sanitarios o
administrativos y muchísimo más urgentes. Es lógico en el esquema nosológico
expuesto. Si la principal causa de la enfermedad era la cólera divina, despertada
consciente o inconscientemente por los individuos, el más perentorio remedio se
relacionaba con intentar calmarla.
Para conjurar la ira de Dios se empleaban principalmente cuatro mecanismos:
1) La evitación de los pecados y la penitencia.
2) Procesiones y rogativas públicas.
3) La dedicación de lámparas.
4) Los votos
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.
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Julio CARO BAROJA,
Los judíos en la España Moderna y Contemporánea
, Madrid: Istmo, 1978, narra que la inquisición
toledana procesó a un tal Lucas de Madrid. Su culpa, el haber afirmado públicamente que, en el curso de una pestilencia,
no cabía
al hombre sino nacer y morir.
Francisco FRANCO,
Libro de enfermedades contagiosas y de la preservación dellas…
Sevilla: Alonso de Barrera, 1569, cuenta
que durante la pestilencia de 1524 un especiero sevillano mandó cavar una sepultura, hizo testamento y se fue allí a esperar la
muerte.
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Los primeros ensayos franceses fueron recogidos por A.C. KLEBS y E. DROZ,
Remèdes contre la peste. fac-similés, notes et
liste bibliographique des incunables sur la peste
, Genève: Slatkine reprints, 1978. Luis SÁNCHEZ GRANJEL,
La medicina
española renacentista,
Salamanca: Universidad de Salamanca, 1980, habla de al menos un centenar de obras publicadas en
nuestro suelo, que constituirían más del diecisiete por ciento de la producción bibliográfica médica impresa, a lo que habría de
añadirse las editadas en Lyon, París, Venecia o Amberes.
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Jesús MAISO GONZÁLEZ,
La peste aragonesa…
op., cit.,