La curación de la Peste: sobre todo las medidas espirituales
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La Peste negra había sido responsable de la última manifestación medieval
ferozmente antisemita
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.
El 14 de mayo de 1348 se convocó una procesión religiosa en Barcelona para
evitar la peste; los clérigos aprovecharon para pregonar su convicción de que los
pozos de agua y los alimentos habían sido envenenados por los judíos. El sábado 17,
tras numerosos entierros, una multitud enfurecida se dirigió a la judería, se
saquearon las casas y hubo algunos asesinatos. En los días siguientes los asesinatos
se extendieron, como el fuego por el rastrojo, en las poblaciones cercanas a
Barcelona: Cervera, Tárrega, Solsona, Tarragona. Se salvaron los de Monzón, Lérida
y Huesca al fortificarse en sus calles. Informado el Rey aragonés, Pedro IV el
Ceremonioso (1319-1387), por entonces en Valencia, dictó severas normativas para
imponer la paz en la capital del Principado y en las otras villas
81
.
8.3. L
OS FLAGELANTES
Para ciertos autores de la época, los flagelantes contribuyeron mucho a
extender la persecución.
En 1260, en toda Italia, se organizó una secta de penitentes. Se golpeaban
públicamente mientras cantaban canciones piadosas. Rogaban a Dios el cese de las
querellas entre los güelfos y los gibelinos causantes de la división del país.
Al año siguiente, el movimiento traspasó las Alpes y se extendió por toda la
Europa central, particularmente en Alemania, Renania y Alsacia.
En 1296, veintiocho miembros de esta facción se manifestaron en Estrasburgo,
pero la Peste negra fue la ocasión para el importante renacer de ese movimiento
piadoso. Al parecer partió de Venecia en agosto de 1348. Desde allí se extendió por
Austria, Hungría, Polonia y Alemania.
Al inicio del año 1349 alcanzó gran amplitud, estimados en unos ochocientos mil
feligreses en la Navidad de ese año. Su finalidad sería la de limitar la ira de Dios con
el deseo de hacer cesar la enfermedad; en realidad, los flagelantes participaron en su
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Monique LUECENT,
Les grandes…
op., cit., pág. 65 y ss.
81
José Luis BELTRÁN MOYA,
Historia de las epidemias…
op., cit., pág. 35-37.