La curación de la Peste: sobre todo las medidas espirituales
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En 1637 en Martagny, cerca de Caen un hombre fue ahorcado por haber
transmitido mágicamente la peste.
Este tipo de asuntos sucedió en toda Europa. En España, Francisco de Figueroa
se mostró muy poco receptivo a estos cuentos sin fundamento alguno
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, Sin embargo
un francés, Bernard Rigaldía, curandero antes que médico, luego de obtener una gran
popularidad en la Barcelona infectada de finales del siglo XVI, fue acusado de
transmitir la enfermedad, juzgado y condenado. Le cortaron, primero la mano
derecha, luego la izquierda, con cuidado de evitar la pérdida de sangre, mediante el
cauterio, para no privarse de cortarle el cuello y dividir en cuatro trozos su cuerpo
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.
En el caso de los cirujanos barberos, la peste suponía una posibilidad de
promoción porque se volvían indispensables para practicar las sangrías, abrir y
cauterizar los bubones. Se les prometía investirlos de maestros cirujanos cuando
pasase la epidemia; los cirujanos que sabían latín y vestían ropa larga, veían muy mal
a estos de vestidos cortos y les acusaron de ladrones o vendedores de carne de
cristianos. A consecuencia de ello, las gentes les tiraban piedras y les amenazaban
con pistoletazos.
Se acusó también a los enfermeros, encargados de los enfermos a domicilio o
en los hospitales. Ese personal se reclutaba entre los más miserables. En el siglo XVII
en Lyon el comportamiento de estas gentes, dedicadas al robo de los cadáveres y
afectados, ocasionó vivas reacciones populares.
En Apt, en 1588 se acusó al Preboste de la capital de haber llevado la peste al
haberse librado de la cuarentena.
Pese a todo, los marginales eran los chivos expiatorios más frecuentes. En 1542
en Tolouse dos pretendidos sembradores de la peste fueron condenados a la hoguera;
hechos similares sucedieron varias veces en el siglo XVI. En 1562 en Orgelet en el
Jura, un hombre fue ejecutado por haber transmitido la peste en veinticinco casas
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Francisco FIGUEROA,
Carta que escribió a Francisco Rioja, cronista de Su Majestad; en que le dice pierda el miedo a la
peste causada de ungüentos y polvos, que dizen ha corrido en Milán…
Sevilla, 1 de abril de 1631 (es un panfleto de 19 páginas).
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J.L. BELTRÁN, Medicina popular y peste en la Barcelona de 1589; el proceso de Mestre Bernat Rigaldía, en E. SERRANO
(ed.),
Muerte, religiosidad y cultura popular. Siglos XIII-XVIII,
Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994, pág. 279-304.