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asociación causal entre la apnea del sueño y diversas afecciones cardiovasculares. La apnea
induce estrés agudo y crónico que podrían predisponer a la isquemia del miocardio durante
el sueño. La hipoxia aguda aumenta la vasoconstricción periférica inducida por el apnea y
la hipoxemia grave; la retención de CO
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, la activación simpática y los aumentos repentinos
de la presión arterial podrían causar igualmente isquemia del miocardio. Los pacientes con
este padecimiento tienen un pico de incidencia de infarto de miocardio durante las horas de
sueño, tiempo durante el cual la incidencia de infarto es la más baja en la población general.
A largo plazo, el desarrollo de hipertensión, que en inicio es nocturna y después es diurna,
la producción de sustancias vasoactivas y tróficas como la endotelina, la activación de
mecanismos inflamatorios y procoagulantes y el aumento de la concentración de insulina
también pueden contribuir al desarrollo y la progresión de la enfermedad isquémica
cardiaca. En la cohorte del estudio
Sleep Heart Health
, la apnea fue un factor de riesgo
independiente de enfermedad coronaria, en hallazgos confirmados por estudios
prospectivos adicionales. Otros estudios limitados a pacientes con enfermedad coronaria
han demostrado una asociación entre la apnea o los ronquidos con el riesgo de infarto
ulterior, por lo que la apnea puede ser un indicador pronóstico en estos pacientes.
Obesidad y enfermedad coronaria
La obesidad, junto con el sobrepeso, es el factor de riesgo cardiovascular más común en
pacientes que han sufrido un infarto de miocardio. Más de dos tercios de los pacientes con
enfermedad coronaria tienen sobrepeso u obesidad. El progreso que se ha observado en los
últimos 30 años en el control de algunos factores de riesgo cardiovascular, como
tabaquismo y dislipemia en pacientes con enfermedad coronaria, no se ha reflejado en el
manejo del sobrepeso. Individuos con sobrepeso raramente son diagnosticados de obesidad
por sus médicos. Esto es cierto también para individuos con historia de enfermedad
cardiovascular.
Los pacientes obesos con enfermedad coronaria son generalmente 10 años más jóvenes
que aquellos con peso normal y son más propensos a la dislipemia, la hipertensión y un
estilo de vida sedentario que los pacientes con peso normal, por lo que representan una
oportunidad única para implementar intervenciones de prevención secundaria.