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calidad de vida y una esperanza de vida más corta que los individuos no obesos. Estudios
epidemiológicos han demostrado que la obesidad es un factor de riesgo de enfermedades
cardiovasculares, incluidas la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardiaca, la fibrilación
auricular, las arritmias ventriculares y la muerte súbita. También se considera que la
obesidad es el factor causal de la hipertensión, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad
articular degenerativa, apnea obstructiva del sueño, dislipemia, reflujo gastroesofágico,
hígado graso, no asociado a alcoholismo, y muchas formas de cáncer. El tratamiento de la
obesidad representa un esfuerzo económico para la Salud Pública y ha puesto en alerta a
sanitarios, epidemiólogos y economistas.
Generalmente el diagnóstico de la obesidad tiene su base en la evaluación del índice de
masa corporal (IMC) y en los valores para definir sobrepeso y obesidad. La distribución de
la grasa corporal se ha asociado también a eventos cardiovasculares, y es posible que la
combinación de medir grasa corporal total y su distribución podría ser la mejor
La obesidad aumenta el volumen de sangre total y el gasto cardíaco, y la sobrecarga
cardíaca es mayor en la obesidad. Es común que los obesos tengan un gasto cardíaco más
elevado, pero menor resistencia periférica total, a cualquier nivel de presión arterial. Los
obesos tienen más propensión a ser hipertensos y, en general, la ganancia de peso se asocia
con hipertensión arterial.
Con el aumento de la presión arterial y el volumen sanguíneo, los individuos con
sobrepeso u obesidad desarrollan dilatación e hipertrofia del ventrículo izquierdo, como
otras anormalidades estructurales (remodelación concéntrica e hipertrofia ventricular
izquierda concéntrica, agrandamiento de la aurícula izquierda). Estas anormalidades no solo
aumentan el riesgo de insuficiencia cardiaca sino que el agrandamiento del ventrículo
izquierdo puede aumentar el riesgo de fibrilación auricular, de sus complicaciones y
también de arritmias ventriculares complejas. La asociación entre obesidad y diferentes
formas de enfermedad cardiovascular es compleja, probablemente debido a los diferentes
mecanismos fisiopatológicos, en los que se encuentran implicados una gran cantidad de
factores que interaccionan de manera enmarañada (Figura 2).