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La asociación entre obesidad y enfermedad coronaria está parcialmente mediada por
factores de riesgo tradicionales como hipertensión, dislipemia y diabetes mellitus, aunque
estos factores de riesgo no explican totalmente la asociación entre obesidad y enfermedad
coronaria. La aterosclerosis coronaria probablemente se inicia o se acelera por diversos
mecanismos potenciados por la obesidad, como el tono simpático incrementado, el aumento
en la circulación de ácidos grasos libres, el aumento del volumen intravascular con aumento
del estrés en la pared vascular, inflamación y cambios en la naturaleza de las lipoproteínas
que las hacen más aterogénicas. Como ya se ha mencionado, es posible que la apnea
obstructiva del sueño sea un mediador en esta asociación. El estado protrombótico en
sujetos con obesidad es probable que contribuya al inicio de eventos coronarios agudos. La
resistencia a la insulina puede ser otro mediador entre obesidad y enfermedad
cardiovascular, particularmente en individuos con síndrome metabólico.
Insuficiencia cardiaca y arritmias vesiculares
Se ha propuesto que la prevalencia de obesidad podría ser en parte causa del aumento
de la incidencia de insuficiencia cardiaca en las décadas recientes, no sólo por el
incremento paralelo de ambas enfermedades, sino por la evidencia epidemiológica y
mecanística que las asocia. Las personas con obesidad tienen el doble de riesgo de sufrir
insuficiencia cardiaca que los sujetos con un IMC normal. Los pacientes con grados
avanzados de obesidad que sufren insuficiencia cardiaca sin una causa identificable de
disfunción del ventrículo izquierdo son diagnosticados de cardiomiopatía por obesidad
Durante varios años se creyó que la obesidad podría causar insuficiencia cardiaca sólo a
través de mecanismos intermediarios como hipertensión o enfermedad coronaria, pero
estudios recientes han demostrado que otros factores podrían estar implicados en el origen
de la cardiomiopatía relacionada con obesidad. Por ejemplo, existe la hipertrofia ventricular
izquierda asociada a la obesidad, que no puede explicarse sólo por el aumento de la presión
arterial. Estudios en animales y humanos han demostrado un aumento en la prevalencia de
fibrosis del miocardio que es proporcional al grado de obesidad y se asocia a degeneración
celular e inflamación. Además, la obesidad también se ha asociado con la disfunción
diastólica, la cual representa el 50% de los casos de insuficiencia cardiaca. Estudios