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Mientras el interés estaba centrado en relacionar la contaminación (principalmente la
atmosférica) con las principales causas de mortalidad en las sociedades desarrolladas,
procesos oncológicos y cardiovasculares, apenas se había prestado atención a la
vinculación de los contaminantes con el sobrepeso. Pero al ser ya la obesidad una
epidemia, que ha pasado de un 12% de prevalencia en España a valores dell 23 al 28%, se
está abriendo un debate científico para entender cuál es el papel de estos agentes
contaminantes de uso común tanto en este problema como en las comorbilidades
asociadas.
Hay una serie de preguntas que han llevado a una serie de evidencias que sugieren
que el medio ambiente prenatal tiene un papel fundamental.
Ente ellas:
¿Por qué individuos que ingieren la misma cantidad de alimentos con el mismo
exceso calórico no aumentan de peso de la misma manera?
¿Por qué hay individuos que tienen la capacidad de ingerir grandes cantidades de
comida durante toda su vida sin llegar a ser obesos, mientras que otros no tienen esa
capacidad?
¿Existen diferencias individuales en respuesta a la dieta o son las variaciones en el
metabolismo personal las que contribuyen a la obesidad?
En primer lugar, los niños que nacen de madres que han fumado durante el embarazo,
muestran menor peso al nacer y tienen un elevado riesgo de obesidad y síndrome
metabólico más tarde en la vida.
En segundo lugar, los niños que recibieron nutrición no adecuada
in utero
desarrollarán cuando lleguen a adultos propensión a enfermedades cardiovasculares.
El modelo de orígenes del desarrollo de salud y enfermedad DOHaD (
Developmental
Origins of Health and Disease),
sostiene que el desarrollo de enfermedades crónicas o su
carencia está influenciado por factores ambientales (cantidad y calidad de la dieta,
exposición a agentes químicos, estrés materno, etc.), que actuando en momentos
tempranos de la vida pueden generar diferencias genéticas y factores asociados con el
estilo de vida del adulto.
Pero, entre la contaminación y obesidad existe una relación bidireccional. No solo son
los contaminantes los que ejercen un efecto adverso en los organismos promoviéndoles