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experimentación muy eficientes termodinámicamente, con lo que se necesitará mucho
tiempo para “normalizar” su actividad termogénica. En grandes obesos cuyo peso se redujo
en más de 100 kg, los requerimientos para mantener su peso cayeron de 1432 a 1021
kcal/m
2
/día. Cuando se realizó un segundo estudio metabólico en pacientes obesos que
habían mantenido tales pérdidas de peso durante 4-6 años, los requerimientos eran del
orden de 1031 kcal/m
2
/día. Estos resultados señalan que debido a la eficacia
termodinámica, incluso después de años, con una ingesta energética superior a 1000
kcal/m
2
/día puede ocurrir ganancia ponderal. Esta teoría explica la dificultad de mantener el
peso corporal después de someterse a tratamiento con dietas hipocalóricas.
La tercera hipótesis señala que el tejido adiposo ejerce una función reguladora en la
ingesta energética y en el balance energético relacionada con la leptina. Cuando un
individuo adelgaza, los adipocitos pierden tamaño, liberan menos leptina, interpretando el
organismo que sus células grasas están por debajo del tamaño “normal”. Reducciones
posteriores del peso implicarían que las células tendrían que reducirse a un tamaño
anormalmente pequeño. Si un obeso hiperplásico consigue disminuir su peso hasta un
punto en el que el tamaño de los adipocitos es menor de lo normal, le será muy difícil
permanecer en ese peso, dado que tiene lugar una ganancia de peso y el “llenado” de los
adipocitos hasta el tamaño “normal”.
Por tanto, a la vista de las dificultades metabólicas sugeridas parece correcto
readaptar los ingresos calóricos o incrementar el gasto calórico cada cierto tiempo para
evitar que consumiendo las mismas kcal se engorde. Para ello, habrá que realizar controles
de peso frecuentes y valorar la
reeducación alimentaria
conseguida en el paciente.
Como
conclusión
, dadas las dificultades que atañen al tratamiento y las
repercusiones negativas de esta enfermedad, creemos que los esfuerzos deben orientarse,
fundamentalmente, a la prevención y reeducación nutricional de niños, adolescentes,
adultos y de sus familias, fomentando su actividad física y los deportes, desaconsejando
siempre el sedentarismo. Deberán desarrollarse programas educacionales sobre nutrición en
las escuelas primarias, en los colegios e institutos lo que exige la formación nutricional
previa tanto de los educadores como de las familias. El control debe extenderse desde la
cuna o incluso antes durante la gestación en las futuras madres, y ser riguroso en la infancia
y durante la adolescencia, debiendo realizarse controles periódicos del peso y talla, del