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dar ese número de pasos al día, lo que muestra que la tendencia al sedentarismo y la
existencia de una actividad física escasa son dos de los obstáculos más importantes de esa
terapia.
Algunos aspectos a considerar en las dietas balanceadas:
Energía.
Ya hemos discutido
los aspectos sobre
el ritmo de pérdida de peso que se
pretende o desea. Las variaciones a corto plazo son tolerables, no obstante, existe una
tendencia neta a la adaptación corporal a la nueva ingesta de alimento que dificulta la
pérdida ponderal, por tanto el balance negativo que se pretende deberá potenciarse además
mediante la práctica de ejercicio. Muchas veces el exceso de ingesta de comida se debe a
malos hábitos dietéticos (comer deprisa, no masticar, alimentación forzada durante la niñez
que altera la señal de saciedad) o a problemas psicológicos (estrés, falta de afecto,
depresión) que demandan especial interés y que serán de obligado conocimiento y cuidado
en la dietoterapia. En cualquier caso la pérdida de peso se logrará, considerando los
aspectos particulares de cada individuo (gustos, costumbres, edad, sexo, complexión)
aumentando el gasto energético y disminuyendo los ingresos de forma moderada y
sostenida observando los efectos a largo plazo. El aporte de energía debe provenir de una
dieta variada que contenga alimentos de todos los grupos, evitando el exceso o la privación
de algunos (ver Sánchez-Muniz, “Dietas milagro”). La dieta deberá ser palatable y
sostenible en el tiempo, y tendrá todos los ingredientes que aseguren una nutrición correcta
además de placer. Por ello será imprescindible comer despacio, saboreando y a ser posible
compartiendo mesa.
Número y reparto de comidas.
Debe respetarse el
horario y número de comidas
para
evitar fenómenos de tipo rebote
.
El ayuno prolongado que se promueve al saltarse una o
varias comidas (muy frecuente de desayunos y/o cenas) se asocia con los mecanismos de
reserva de energía y de almacenamiento de grasa. Además, la reducción del número de
comidas hace muy dificultoso cubrir objetivos nutricionales (p. ej. 5 veces al día frutas más
verduras) y existe tendencia neta a incrementar el consumo de alimentos grasos y reducir
los alimentos de volumen que inciden, entre otros aspectos, en el perfil lipoproteico de los
consumidores.