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El reparto de la energía y nutrientes (p. ej. hidratos de carbono) en un mayor número
de comidas mejora la respuesta insulinémica a la dieta y reduce, por tanto, el estatus
hiperinsulinémico y la resistencia a la insulina en obesidad. Un reparto adecuado en 4
comidas, teniendo en cuenta las características de la dieta española, sería 20-25% en el
desayuno, 30-35% en la comida principal, 10-15% en la merienda; 25-30% en la cena. Si se
trata de 6 comidas, el reparto energético recordará a las pautas de reparto de raciones en la
diabetes, con un aporte aproximado en el desayuno del 15-20%, 10% para la colación a
media mañana, 30% en la comida, 10% en la merienda, 25-30% en la cena y 5% en la post-
cena. Esta última comida parece importante ya que evita en sobremanera la posible
hipoglucemia y sensación de ayuno y por tanto el atracón en el desayuno del siguiente día.
Bebidas.
Uno de los errores más comunes en la población es pensar que el agua engorda.
El agua no aporta energía dado que no existen mecanismos en el cuerpo para obtener ATP
en su metabolización. La ingesta de agua o de bebidas analcohólicas de contenido
energético nulo o muy reducido en cantidades elevadas será obligada, ya que ayuda a
mejorar la hidratación corporal, y facilita la eliminación de residuos (p. ej. componentes de
la degradación de proteínas y cuerpos cetónicos). En la actualidad se discute la
conveniencia del consumo de líquido antes o durante las comidas. El consumo de bebidas
acalóricas (p. ej. agua) antes de las comidas tiene un efecto levemente saciante. La
reducción de tales bebidas durante la comida tendría un valor coadyuvante potencial, ya
que tiende a comerse menos cuando no se dispone de líquido que ayude a deglutir,
particularmente en el caso de alimentos con poco contenido de agua.
Bebidas estimulantes.
El café, el té y el cacao son bebidas que contienen bases xánticas,
sustancias de acción estimulante central que incrementan el nivel de catecolaminas y la
liberación de ácidos grasos. Aunque no son consideradas como parte integrante de la dieta
per se,
ya que no aportan energía ni nutrientes en cantidades significativas,
su consumo
aunque no es necesario, sí puede ser adecuado bajo el punto de vista del tratamiento de la
obesidad.
En algunos casos las dietas muy restrictivas conducen a una situación
“aletargante” que debe ser evitada si se pretende mantener el gasto energético lo más
elevado posible. No obstante, la ingesta continua y en concentraciones elevadas de estas