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bebidas crearía dependencia y tolerancia, por lo que su consumo debe ser ante todo
moderado debiendo evitarse el consumo excesivo de las mismas. Aunque para el consumo
de café y de té se han observado efectos antioxidantes de indudable importancia, en los
cafés muy concentrados y no filtrados, se encuentran dos diterpenos (Cafestol y Kahweol)
cuyo consumo modifica de forma negativa el perfil lipoproteico. En España el consumo de
cacao se realiza normalmente de forma azucarada y con leche, lo que eleva
considerablemente la densidad energética de este alimento.
Proteínas
. En términos generales se potencia ligeramente (incluso en dietas
balanceadas) el consumo de proteínas con un aporte al total calórico medio del 20%. Se
consumirán alimentos proteicos de alto valor biológico como pescados, mariscos, carnes
magras, huevos, leche, cuidando de no incrementar la ingesta grasa en particular de ácidos
grasos saturados. Se busca con ello una buena aceptabilidad del régimen, un elevado efecto
termogénico, evitar la catabolia excesiva de la masa magra y aportar una sensación
adecuada de saciedad. Una ingesta excesiva de proteínas ricas en triptófano con reducción
paralela de los hidratos de carbono induce elevación de los niveles de serotonina y puesta
en marcha de apetito específico de alimentos hidrocarbonados ricos en sacarosa, que
dificultaría los objetivos de reducción de peso.
Lípidos
. El aporte de grasa se ceñirá a los objetivos señalados en la tabla 2. Esto es
conveniente dada la alta eficacia de transformación de la grasa dietética en grasa corporal
(97%) y a los leves efectos termogénico (3-5%) y saciantes de las mismas. Se potenciará la
selección de alimentos pobres en lípidos, evitando los alimentos ricos en grasas,
especialmente saturadas. Se vigilará el consumo de carne y productos cárnicos y leche
entera, entre otros, dada la recomendación de incrementar el consumo de alimentos ricos en
proteínas y la fácil asociación lipídico-proteica en ellos. La relación grasa animal/grasa
vegetal será por tanto baja. Se aconsejará sobre la frecuencia de consumo semanal de
algunos alimentos y sobre la forma de cocinado de los mismos. La limitación del consumo
de grasa saturada a un 10% y preferentemente a un 7% de la energía total se debe a
diferentes aspectos. Así, las grasas saturadas incrementan la palatabilidad de los alimentos,
reducen la señal de leptina, promueven resistencia a la insulina, inducen menor efecto