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3.
¿Qué hay de cierto en muchas de las creencias populares sobre el balance
energético?.
4.
¿Qué limitaciones se presentan para estudiar el BE y sus componentes?.
5.
¿Qué evidencia científica tenemos sobre BE y sus componentes?.
En primer lugar, y como principio fundamental, reducir la obesidad impica modificar
ambos, ingesta energética y gasto por actividad física, y nunca enfocarlo de manera
individual. Y es que hoy la evidencia científica nos sice que el ajustar la ingesta energética a
un nivel elevado de gasto por actividad físico, parece ser lo más adecuado. Recordemos que
nuestro entorno en la actualidad es claramente sedentario, por lo que en el pasado era
plausible, no lo es en la actualidad. Pensemos además que si optamos por ir restringiendo
nuestra ingesta de energía progresivamente sin modificar nuestro gasto por actividad física,
corremos el riesgo de situarnos ante un patrón de dieta con baja densidad nutricional,
afectándose fundamentalmente los micronutrientes, con ingestas insuficientes o subóptimas.
Aún más importante, en general vamos a ser más efectivos en prevenir la ganancia
excesiva de peso corporal, que en el tratamiento de la obesidad. La razón de ello es que
nuestro sistema de balance energético muestra una mayor oposición a la pérdida del peso
ganado que a la ganancia de peso. Evidentemente, ello requiere pequeños cambios en nuetsro
comportamiento para mantener el peso corporal, pero sin duda mucho menores a los
necesarios para inducir pérdida de peso y mantenimiento de ese peso corporal perdido. Es
por ello que es muy importante conocer el concepto de balance energético y su
comportamiento, fundamentalmente porque en el debate de quién es más “culpable”, la
ingesta excesiva o la insuficiente actividad física, no ha originado soluciones ni efectivas ni
innovadoras.
Evolución y revolución en el concepto energético y disponibilidad de energía
Sin duda, la disponibilidad de energía debe considerarse como un progreso de la
Humanidad. Pero también debemos ser conscientes de cómo se han modificado las fuentes
de energía desde el pasado. Baste pensar con el coste energético de la Agricultura y la
Ganadería, es decir, la producción de alimentos, antes y hoy.
El primer problema que se presenta en este
lado de la balanza
es que desconocemos
todavía en buena medida la composición de nuestra dieta diaria, las interacciones que se