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sino que la etiología multifactorial lleva a que deban analizarse otros factores como horas de
sueño, empleo abusivo de ciertos fármacos, la disminución del hábito tabáquico, el fenómeno
global de la migración/inmigración, o el excesivo “confort térmico”, entre otros.
Lamentablemente, es mucho más todavía
lo desconocido o mal conocido
, que la evidencia
científica demostrada en muchos aspectos relacionados con la obesidad y el sedentarismo.
Como ejemplo significativo, una encuesta nacional integrada de nutrición y actividad física
(“balance energético”) se considera una herramienta imprescindible. Y en este sentido se
denota una clara
asimetría
geográfica en cuanto a grado de instrucción, nivel económico,
género, etc., que permite centrar los esfuerzos futuros en las dianas derivadas de las
asimetrías. Resulta además imprescindible
definir mejor cuales son las barreras en la
prevención y/o tratamiento del sobrepeso y de la obesidad y el sedentarismo y la
inactividad física
.
Muchos de los estudios observacionales y también de intervención no suelen tener bien
definidas las poblaciones de estudio, y
se ha venido considerando al individuo “obeso” y/o
“sedentario” con una tipología de “único”
, desde el punto de vista fisiológico o patológico.
Este problema metodológico no se sostiene en la actualidad, gracias al conocimiento
imparable que nos van deparando las denominadas técnicas
ómicas
, que nos permiten ya de
manera muy precisa diferenciar entre las tipologías, y como abordarlas desde el tratamiento,
pero también en la prevención. Existe consenso científico actual de que no existe “la
obesidad” como un fenómeno unitario, sino distintos tipos de “obesidades”, y ello requiere
planteamientos innovadores en la prevención y/o tratamiento, investigar factores etiológicos
y biomarcadores específicos de cada condición en particular. En definitiva, se abren nuevas
posibilidades de actuación en el sentido de una mayor individualización de las
intervenciones. Este concepto de
diversidad
debe trasladarse a los modelos experimentales y
a las situaciones clínicas, que sirvan como punto de partida para el estudio de nuevas dianas
farmacológicas, mediante estudios genómicos, proteómicos, etc. Así, se evitaría la dilución y
excesiva homogenización que han acompañado a muchos estudios en este campo. En
definitiva, se requiere que para avanzar en el tratamiento farmacológico de la obesidad, se
acentúen los esfuerzos en investigación básica y traslacional.
En la actualidad,
no disponemos de un arsenal terapéutico ni adecuado ni suficiente
para tratar el sobrepeso y la obesidad
. Se constata la necesidad de contar con fármacos