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fue enorme, empezando con los estudios de JN Morris y RS Paffenberger, que demostraron
que la actividad física en el trabajo reducía la incidencia de morbilidad y mortalidad por
enfermedad cardiovascular. Estudios posteriores en todos los grupos de edad han verificado
estos resultados. Además, se ha observado que incluso actividades a intensidades moderadas
aportan beneficios importantes para la salud, incluyendo una menor prevalencia de sobrepeso
y obesidad a todas las edades. La actividad física también es efectiva para reducir la grasa
abdominal (cuando la grasa se acumula en la zona del estómago y cintura), que se asocia con
un incremento del riesgo de padecer diabetes o enfermedades cardiacas. Estudios
poblacionales han demostrado que hombres y mujeres físicamente activos tienen una
relación cintura/cadera inferior que sus pares sedentarios.
En definitiva, dentro del contexto de la Unión Europea se ha observado un descenso de la
actividad física y un incremento de las “actividades” sedentarias. Nuestro país no se
encuentra ajeno a esta situación, todo lo contrario, y habiendo sido ejemplo de un estilo de
vida activo en el entorno del Estilo de Vida Mediterráneo en pasadas generaciones, se ha
convertido en uno de los más inactivos, ubicándose por debajo de la media europea, y a pesar
de nuestras excelentes condiciones climáticas.
3. ¿QUÉ SE PUEDE Y SE DEBE HACER PARA LOGRAR MANTENER EL BALANCE
ENERGÉTICO?
En primer lugar, debemos ser conscientes de que probablemente no haya otro caso en
la ciencia de la nutrición y la fisiología en que nos encontremos con una mayor diferencia
entre lo que es la teoría (relativamente sencillo), y la práctica, mucho más compleja y difícil
de alcanzar y seguir. No obstante, debe procurarse, y para ello quisiera en esta última parte
del capítulo resumir lo que ha constituido el primer
Documento Consenso sobre Obesidad y
Sedentarismo en el siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?
, publicado en septiembre del
año 2013 en la revista
Nutrición Hospitalaria
, como recapitulación de las contribuciones de
un Foro multidisciplinar, y que he tenido el honor de coordinar. Las conclusiones obtenidas
tratan de responder a las siguientes cuestiones:
- Los dos “grandes” en el
balance energético
: alimentación y actividad física, y su
importancia individual o en conjunto para el BE: