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españolas producidas a partir de 1492. La patata, es bien sabido, produjo una gran repugnancia
hasta que el boticario Parmentier, durante el siglo XVIII, la defendió a causa de su cautiverio
en Prusia y enseño a cocinarla a los europeos. Pero… estamos hablando del siglo XVIII.
En el XVI, en El Escorial se cultivaban pimientos de la Nueva España. Ahora bien,
esos frutos los lucía el Rey Prudente en su jardín –no en el huerto- como síntoma de su poder
y elemento ornamental.
El azúcar, otro elemento esencial para entender la gordura en Occidente, fue
introducido en Europa por los árabes. La normalización de su uso no se produjo hasta que
españoles y portugueses ampliaran su cultivo en los territorios americanos conquistados y la
vulgarización en Europa no se realizó hasta finales del siglo XVI o principios del XVII.
Otro ingrediente a tener en cuenta en la nutrición es el agua. Como hemos visto se
consideraba uno de los principales elementos componentes del cuerpo humano y también uno
de los más eficaces medicamentos contra enfermedades secas y calientes. Por tanto su uso
requería de grandes cuidados. El baño, en algunas ocasiones beneficioso, en otras podría ser
letal y, por tanto, sólo se aconsejaba a los enfermos. El que Don Quijote presentase unas
pantorrillas nada limpias, a ojos de Cervantes, nos indica la poca importancia de la higiene
personal en un hidalgo de su condición, porque nada, ni de tipo social, ni de tipo sanitario, le
invitaba a lavarse más a menudo, sino a hacerlo con precaución. Lo mismo pasaba con la
bebida, que en muchas ocasiones era sustituida por el vino, en el Mediterráneo, o por la
cerveza en los países nórdicos y centro europeos. Una de las cosas más peligrosas para la
integridad personal de Andrés Laguna, nuestro gran médico y humanista del siglo XVI,
traductor y anotador de la
Materia Medicinal
de Dioscórides, fueron sus anotaciones sobre el
vino y las quejas sobre la embriaguez que alcanzaba a poderosos e incluso a clérigos. Esas
frases fueron las únicas tachadas en su traducción allí donde el inquisidor pudo poner su lápiz
censor. Él, sin embargo, tampoco aconsejaba el agua, sino la moderación en la ingesta de la
bebida alcohólica.
En definitiva, para la comprensión de los hábitos nutricionales hemos de tomar en
consideración factores de tipo histórico y geográfico, si no queremos caer en intolerables
interpretaciones del pasado efectuadas desde los conocimientos científicos del presente.
Ese ejercicio intelectual puede producir perplejidad o una sonrisa, pero si la misma es
de suficiencia, recordemos lo vivido por nuestra generación con respecto, por ejemplo, al