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salazón podían
engendrar melancolía
. No consideraban buena la carne de ciervo o gamo. Sí
las de aves, aunque daban menos nutrimento y hacían numerosas disquisiciones con las
mismas.
El pescado gozaba de mala fama por su constitución fría y húmeda:
su nutrimento es
poco, y desciende presto al estómago…dan poca fuerza al cuerpo, engendran muchas
superfluidades y flemas… son de difícil digestión
. Prefieren los de mar a los de río.
Se entiende bien que Luis Lobera de Ávila en su
Libro de las cuatro enfermedades
cortesanas
, escrito en 1544, incluyese la gota como una de las principales. A Felipe II, un
hombre menudo y por tanto con necesidad aparente de “calor vital” sus médicos le
recomendaban una dieta rica en carne. Como padeció desde muy joven la gota, los médicos
redoblaban su recomendación alimentaria carnívora, con lo cual el pobre Rey Prudente hubo
de hacerse una cama especial, dotada de un armazón de hierro, para evitar el roce de las
sábanas sobre su cuerpo, pues ese leve contacto le producía dolores insufribles.
2.4 Variaciones en el paradigma científico.
2.4.1 La fisiología moderna.
A lo largo del Renacimiento y, sobre todo, durante el Barroco empezó a introducirse la
Ciencia moderna.
Nicolás Copérnico publicó su
De revolutionibus orbium coelestium
(1543) que acababa
con el geocentrismo aristotélico y Andrea Vesalio, en el mismo año, la
De Humanis Corporis
Fabrica
, que iniciaba el conocimiento realista de la anatomía humana y acababa
definitivamente con la de Galeno. Curiosamente su fisiología humoral continuó intocada.
También en el siglo XVI nuestro Miguel Servet en su
De Trinitatis erroribus
(1531) un
libro de Teología, al hacerse eco de la doctrina aristotélica sobre el alma, residente en la
sangre, para explicar el paso de la irascible desde el corazón hasta la cabeza para convertirse
en alma racional, explica la circulación menor de la sangre.
William Harvey en 1628 publicó
Exercitatio Anatomica Motu Cordis et Sanguinis in
Animalibus
, en donde ya se describía la circulación menor y mayor de la sangre.
El descubrimiento, que modificaba rotundamente la teoría galenista, dejó incólume su
fisiología humoralista.